Alfred Hitchcock es, sin duda alguna, uno de los más sobresalientes directores de la historia del cine. Laureado por el público y la crítica, Hitchcock supo combinar hábilmente el cine comercial con el cine artístico creando un estilo muy personal que le hizo ganarse el título de “Maestro del suspense”. Se podría decir que es uno de los cineastas más influyentes del S.XX.
Ya desde joven mostró su entusiasmo por las artes dramáticas, más concretamente por el teatro y por el cine.
Mientras estudiaba arte alrededor de 1920, comenzó a interesarse más por el cine, sobre todo a partir de las películas de Griffith y, más adelante (sobre el 24) de Murnau. Fue por esta razón por la que dejó sus estudios para ilustrar los entretítulos de las películas. De este modo, conoció a escritores americanos y aprendió a escribir guiones.
ETAPA BRITÁNICA (1923-1939) Pronto comenzó a trabajar como guionista, época en la que conocería a su esposa, Alma, quien trabajaría para él como ayudante de dirección y periodista, y con la que tendría su única hija, Patricia.
En 1923 se le encargaría el rodaje del film “The Number 13”, que quedaría inacabado. A partir de ahí, realizó dos películas más, pero no sería hasta 1926, con “The Lodger” cuando Hitchcock realizase su primer “Hitchcock Picture”, donde ya se pueden observar varios de los ingredientes que más tarde definirían su estilo: falso culpable, fetichismo, visualidad…
Y es que el cine mudo fue, para Hitchcock, una etapa de “cine real, cine neto”. Para el director lo primero siempre fue el cuidado de la imagen. “Contaré con diálogos o narraciones todos los aspectos de la historia que no pueda hacerlos con imágenes”. Su última película muda fue “The Maxman”, en 1929. Según Hichcock, con la llegada del cine sonoro, la búsqueda de ese “lenguaje cinematográfico puro que era la imagen” se fue reduciendo.
“La muchacha de Londres” (Blackmail, 1929), su siguiente película, fue desarrollada para cine mudo, pero durante el rodaje mutó y terminó siendo sonoro. Las líneas de ésta película se asemejan bastante a “The Lodger” o “Frenesí”.
Casi todas sus películas están basadas en novelas. En una entrevista con el director François Truffaut, Hitchcock afirmaba: “Yo no copio novelas tal cual, simplemente adapto su historia en mi imaginación y creo algo nuevo. Ahora mismo no te sabría contar Los Pájaros de Maurier”.
El director siempre intentó crear cosas nuevas. Durante toda su carrera hizo todo lo posible por evadir los clichés y los “whodonits”, estas historias con un detective y un asesino cuya identidad acaba revelándose al final (véanse las novelas de Agatha Chistie, por ejemplo). No obstante, el direcor siempre encontró atractivo su whodunit “Murder!” por su tono humorístico (uno de sus ingredientes por excelencia) y sus referencias a Sheakespeare.
“Nunca me ha importado sacrificar la verosimilitud de un film con tal de que fuese más interesante y atrayente” afirmaba Hitchcock. Es por eso por lo que más tarde aclararía en un diario francés “Yo no ruedo trozos de vida, para eso ya está la realidad, yo ruedo pedazos de pastel”.
1 comentario:
Hitchcock el amigo de los niños
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