lunes, 8 de diciembre de 2008

Alfred Hitchcock: Etapa británica

Hoy y la semana que viene os hablaré de un director tan accesible y ameno como interesante. Se trata de Hitchcock, uno de los grandes directores del S. XX. Hoy vemos su etapa británica...


Alfred Hitchcock es, sin duda alguna, uno de los más sobresalientes directores de la historia del cine. Laureado por el público y la crítica, Hitchcock supo combinar hábilmente el cine comercial con el cine artístico creando un estilo muy personal que le hizo ganarse el título de “Maestro del suspense”. Se podría decir que es uno de los cineastas más influyentes del S.XX.

Ya desde joven mostró su entusiasmo por las artes dramáticas, más concretamente por el teatro y por el cine.
Mientras estudiaba arte alrededor de 1920, comenzó a interesarse más por el cine, sobre todo a partir de las películas de Griffith y, más adelante (sobre el 24) de Murnau. Fue por esta razón por la que dejó sus estudios para ilustrar los entretítulos de las películas. De este modo, conoció a escritores americanos y aprendió a escribir guiones.

ETAPA BRITÁNICA (1923-1939)

Pronto comenzó a trabajar como guionista, época en la que conocería a su esposa, Alma, quien trabajaría para él como ayudante de dirección y periodista, y con la que tendría su única hija, Patricia.
En 1923 se le encargaría el rodaje del film “The Number 13”, que quedaría inacabado. A partir de ahí, realizó dos películas más, pero no sería hasta 1926, con “The Lodger” cuando Hitchcock realizase su primer “Hitchcock Picture”, donde ya se pueden observar varios de los ingredientes que más tarde definirían su estilo: falso culpable, fetichismo, visualidad…



Hitchcock aparece en todas sus películas haciendo un pequeño cameo. Y fue en éste film donde el director apareció por primera vez. Hitchcock explicaría sus apariciones más tarde argumentando que, al principio, solo quería “amueblar la imagen”, luego esto se convirtió en una superstición, por último, en un gag. Aquí lo vemos en su habitual cameo en "Rebeca" (1940).


Como ya he mencionado, sus principales influencias en el cine fueron David W. Griffith y Murnau. El primero, por lo “anticuado” de algunas de sus películas, el segundo, por su preferencia a la imagen antes que a la palabra (bien escrita o hablada).
Y es que el cine mudo fue, para Hitchcock, una etapa de “cine real, cine neto”. Para el director lo primero siempre fue el cuidado de la imagen. “Contaré con diálogos o narraciones todos los aspectos de la historia que no pueda hacerlos con imágenes”. Su última película muda fue “The Maxman”, en 1929. Según Hichcock, con la llegada del cine sonoro, la búsqueda de ese “lenguaje cinematográfico puro que era la imagen” se fue reduciendo.

“La muchacha de Londres” (Blackmail, 1929), su siguiente película, fue desarrollada para cine mudo, pero durante el rodaje mutó y terminó siendo sonoro. Las líneas de ésta película se asemejan bastante a “The Lodger” o “Frenesí”.

Pese a que en numerosas ocasiones sus películas eran un éxito de público y crítica, el director se sentía molesto con éstas. Éste es el caso de “Juno and the Paycock”, en la que el director consideraba que tenía un gran valor literario, mas no cinematográfico.

Casi todas sus películas están basadas en novelas. En una entrevista con el director François Truffaut, Hitchcock afirmaba: “Yo no copio novelas tal cual, simplemente adapto su historia en mi imaginación y creo algo nuevo. Ahora mismo no te sabría contar Los Pájaros de Maurier”.

El director siempre intentó crear cosas nuevas. Durante toda su carrera hizo todo lo posible por evadir los clichés y los “whodonits”, estas historias con un detective y un asesino cuya identidad acaba revelándose al final (véanse las novelas de Agatha Chistie, por ejemplo). No obstante, el direcor siempre encontró atractivo su whodunit “Murder!” por su tono humorístico (uno de sus ingredientes por excelencia) y sus referencias a Sheakespeare.

Después de esta producción se encaminó en varios proyectos que, en mayor o en menor medida, fracasaron. Fue entonces, en 1934, cuando el director vio el film de Murnau “M” e hizo llamar a Peter Lorre (en la foto, arriba) para protagonizar también “El hombre que sabía demasiado”, de la que luego Hitchcock haría un remake en su etapa americana.
Fue con ésta última producción donde se ganó su mayor éxito de su etapa británica y pudo así retomar el control de sus producciones. De este modo fue como dirigió “39 escalones”, la película más representativa de su etapa británica.

“Nunca me ha importado sacrificar la verosimilitud de un film con tal de que fuese más interesante y atrayente” afirmaba Hitchcock. Es por eso por lo que más tarde aclararía en un diario francés “Yo no ruedo trozos de vida, para eso ya está la realidad, yo ruedo pedazos de pastel”.
Fue con “Agente Secreto” en 1936 cuando se reafirmó en su postura de aprovechar todos los elementos posibles de los escenarios donde se encontraba. Esto sucedería en muchos de sus fims: Atrapa a un Ladrón, Con la muerte en los talones, Frenesí…
Mientras rodaba “Alarma en el expreso” y sentía que en Inglaterra estaba terriblemente limitado como director, recibió un telegrama de David O’Selznick (en la foto) en el que lo invitaba a ir a América para rodar una película sobre el hundimiento del Titanic. Hitch, con una filmografía superior a 53 películas, siempre se caracterizó por aprovechar el tiempo al máximo, y aún le daría tiempo a rodar la última película de su etapa británica en 1939: “La Posada Jamaica”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hitchcock el amigo de los niños