miércoles, 4 de diciembre de 2013

Fuera De Plano (2): De Hombres y Monsturos.


Freaks, la Parada de los Monsturos es, sin el menor género de duda, una de las películas más insólitas de la historia del cine. Y es bastante probable que nunca se llegue a hacer algo parecido. Lo osado de su director residía en hacer desfilar por la pantalla a personas humanas con terribles deformidades en una historia de terror y venganza.

Que en su día tal película pudiese ver la luz ya fue un mérito. Pero enseguida fue rechazada por el público, censurada y etiquetada como “repugnante”; no obstante el tiempo le daría la razón a Browning y la película pasaría a la historia como una de las cintas de culto más auténticamente terroríficas de todos los tiempos. Sin embargo, las historias que se desarrollaron fuera de las cámaras fueron más bien dramáticas.

En esta foto vemos al director, Tod Browning, rodeado de los “freaks”. Al comienzo del rodaje, el resto de actores decidieron separarse de ellos y comer en otra mesa, pues alguno había acabado vomitando. Únicamente el director permaneció junto a ellos día tras día. La imagen que vemos arriba recoge un momento entrañable entre los artistas circenses y el director en un gesto claramente paternofilial.

Al igual que los actores que habían decidido comer apartados, los espectadores la época tampoco estaban acostumbrados a semejante vuelco estomacal. La línea divisoria entre ficción y realidad era comprometidamente delgada. Los actores que vemos en la foto provenían de espectáculos circenses reales, muy de moda por aquellos tiempos, y sus rarezas no eran, para nada, maquilladas. Entre ellos destacaban Josephine Joseph, mitad hombre mitad mujer, Koo Koo, la mujer pájaro o las gemelas siamesas Daisy y Violeta Hilton. Esta última se enamoró durante el rodaje del músico Maurice L. Lambert, pero ningún estado quiso casarles alegando motivos morales, religiosos e, incluso, supersticiosos. Finalmente logró casarse, al igual que su hermana, pero ambos matrimonios fueron fugaces.

David Lynch se centraría en el lado más humano de estas historias en 1980 con su obra maestra, El Hombre Elefante.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

La Casa Encantada a través del Cine

Envueltas en un halo de misterio, las casas encantadas son un lugar de peregrinaje para religiosos y profanos. Sus oscuras y misteriosas estancias se han ido llenando de almas a través de los años mientras que sus secretos permanecen ocultos para el ojo humano. La cámara del cine ha tratado de revelar muchos de sus misterios desde el comienzo de su historia.


ARGUMENTOS, ELEMENTOS Y TÓPICOS DE LAS CASAS ENCANTADAS

Una mansión encantada es un recurrente elemento del cine de terror que ha inspirado durante décadas numerosos largometrajes. La casa, en todas ellas, es como un personaje más, dotado de rasgos humanos desde un punto de vista físico y psíquico.

Así, al comienzo de la película, este es siempre un personaje durmiente que acaba despertando cuando unos nuevos inquilinos aparecen en escena. El espectador se anticipa, prevé lo que va a ocurrir y observa a los personajes ajenos a cualquier peligro. El director es consciente de esta situación de ventaja para el espectador, de modo que juega con ello. Tomemos como ejemplo Expediente Warren (2013). En ella, un inquietante prólogo da lugar a los créditos, los cuales finalizan mostrando el primer elemento de la casa en cuestión. Una ventana. Esta simboliza el ojo de la vivienda que advierte el cambio venidero cuando divisa por primera vez a los inquilinos, que llegan en coche a la casa, como unos invasores que pretenden acabar con la calma que allí reina. La tensión en el espectador, entonces, se acentúa. Algo va a pasar.

Otros argumentos no solo ponen en situación al espectador sino, además, a los propios personajes, que son advertidos con antelación de que algo raro ocurre en la casa. Es el caso del clásico comienzo en el que un magnate ofrece una fortuna a un grupo de valientes desesperados si estos son capaces de pasar una noche en su interior. Me viene a la mente La mansión de los horrores, de 1959, protagonizada por el siempre perturbador Vincent Price. Otro hilo argumental en este sentido sería la trama en la que un investigador se instala en una mansión donde, aparentemente, han tenido lugar acontecimientos aparentemente inexplicables. Es el caso de la célebre película de 1963 La Mansión Encantada, dirigida por Robert Wise. Como broche encontramos un híbrido de estas dos últimas en La leyenda de la casa del infierno (1973), una interesante producción en la que un multimillonario ofrece una cuantiosa suma a un físico por investigar en una casa en la que otros científicos han muerto en extrañas circunstancias mientras investigaban si existe la vida después de la muerte.
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Partiendo, entonces, de este sencillo planteamiento, conocemos hoy por hoy decenas de películas que varían ligeramente en el argumento, la trama, con los personajes y con los tiempos y espacios. Pese a todo, en muchas de las cintas hay, especialmente en aquellas llamadas “clásicas”, algunos elementos que se han ido repitiendo y que actualmente se encuentran en el imaginario colectivo del público. Veamos algunos de esos elementos:

Un árbol seco.
El árbol es uno de los elementos más utilizados para referirse a la vida. Y si aún encima está seco, la metáfora está servida. Por si fuese poco, muchos de los antiguos ocupantes de las casas encantadas, acabaron por ahorcarse de las ramas de estos árboles, subrayando así la carga figurativa de este emblemático elemento. Otros de sus residentes, por otro lado, optaron por colgarse de las vigas de la casa. Éstas, al igual que los cimientos o las paredes, añaden un nuevo significado a la muerte de esta persona, al relacionarla directamente con el misterio que habita ahí y que afecta a la estructura de la vivienda. Volviendo al árbol, su forma, con las ramas desnudas y secas, se asemeja a brazos y manos que parecen que quieren atrapar a algo o a alguien, como veíamos en el bosque encantado del clásico de Disney, Blancanieves y los Siete Enanitos (1937).


Una colina.
Este elemento en el cine cumple una función estética. El hecho de que una casa se encuentre en lo alto de un pequeño montículo o de una colina (hill, en inglés) responde a una necesidad visual que hace que, a la hora de mostrarla, ésta parezca que cobre vida, que resalta entre lo estéril del paisaje en el que normalmente se encuentra. Además, a menudo nos queda el interrogante, casi siempre sin despejar, de qué hay bajo la casa, sobre qué cimientos ha sido construida. La casa de Norman Bates, de Psicosis, inspirada en la arquitectura colonial americana de principios de siglo XX, está también construida sobre una colina. En un clásico fotograma de la película, Bates espera bajo la colina mirando hacia la casa, que se alza señorialmente ante él, como una madre ante su hijo.

Niños.
En muchas películas de este género se hace referencia a la infancia. Uno de los clichés más manidos es el de la niña vestida de blanco y con coletas. El vestido blanco simboliza la pureza de la infancia, utilizada en algunos casos como en Insidious (2010)  o Suspense, The innocents (1991) como vehículo o contenedor para las almas que vagan por la casa y que buscan desesperadamente una forma de manifestarse. Las coletas, por otro lado, simbolizan una educación conservadora y un espíritu recatado e inhibido, contrapunto de la naturaleza verdadera de un niño, alegre y vivaz. Esto suele ir acompañado por hombros encogidos y manos juntas a la altura de la cintura. Esto es un indicio de que algo no va bien.


Novias y enfermos.
¿Qué es una casa encantada? Entrar en ellas supone caminar por esa difusa línea que separa dos mundos: el físico, dominado por los vivos, y el espiritual, dominado por las almas y los muertos. Así pues, no es de extrañar que aparezcan enfermos, personas que se debaten entre los dos mundos. En otras ocasiones, sin embargo, sirve para delatar la condición débil del cuerpo humano, un sencillo objetivo para un alma en pena.
Las novias, por otro lado, suponen una paradoja o ironía para esta teoría, ya que el estado de una novia (en inglés “Bride”, la novia ya con el velo y lista para ser casada) tiene una connotación de alegría y esperanza, irradia pureza y su historia finalmente se ve truncada por un acontecimiento desgraciado. Es algo así como pasar del blanco al negro.

Animales.
Es bastante frecuente la aparición de animales en estas películas. Los cuervos y otras bestias aladas han bebido de toda la literatura romántica y ya nadie les quita el sambenito de ser las portadoras de la oscuridad, de estar entre dos mundos, al igual que los gatos negros. Los perros y otros animales más cercanos al hombre suelen servir como elementos premonitorios, ya que ellos sienten el peligro antes que los humanos, llegando incluso a morir en algunas ocasiones (como el pez y el perro en Poltergeist (1982),  el perro en La mujer de negro (2012) o el caballo que, aparentemente desbocado sin motivo, da lugar a la primera muerte de La Mansión Encantada, de Robert Wise.

Muñecas de porcelana y otros muñecos.
Cuando una persona desaparece del mundo físico y su cuerpo es enterrado, suele dejar en la superficie restos que nos recuerdan a ellos. Algunos pertenecen al mundo psíquico y otros al físico. Las muñecas son un perfecto ejemplo de este último grupo. Tras pasar su dueña a mejor vida, su cuerpo queda inerte, como el de la muñeca. El hecho de que sea de porcelana nos recuerda su fragilidad y la antigüedad en la que los hechos ocurrieron. Así quedan como silenciosos testigos en la casa. Cuando un nuevo inquilino aparece en la estancia con una vela o una luz caminando de un lugar a otro, esta luz se refleja en movimiento en los negros ojos de azabache del los muñeco y, por momentos, parece que cobra vida. Este es el caso de una de las escenas más lucidas de  La Mujer de Negro.

Un cementerio cercano, una cruz.
Cuando en la película uno de los nuevos inquilinos de la casa da con sus huesos en un cementerio, generalmente en el jardín trasero, es consciente de la cercanía de la muerte y, por añadidura, de la cita latina “memento mori” (recuerda que morirás). La cruz es un valor añadido de religiosidad. En él encontramos dos significados: sufrimiento y vida después de la muerte, cosa que, por otro lado, en una casa encantada no resulta de gran alivio.


ORÍGENES DE LA MANSIÓN ENCANTADA: LITERATURA ORAL EN LA VIEJA EUROPA Y CEMENTERIOS INDIOS EN EL NUEVO MUNDO.

El origen de la casa encantada podría estar en la literatura oral, en la Edad Media, entre otros motivos debido al componente de superstición que lleva implícito este tipo de historias. Escritores y recopiladores de la cultura oral europea como los hermanos Grimm o Charles Perrault nos han dejado los primeros ejemplos de narrativas ambientadas en casas encantadas. La Bella y la Bestia, llevada al cine por Jean Cocteau en 1946 y por Disney en 1991, entre otros, es uno de estos ejemplos. Aquí el ingrediente de terror pasa a un segundo plano, poniéndose en relieve el idealismo romántico del amor redentor inherente a muchos cuentos clásicos. (Por cierto, Guillermo del Toro prepara una revisión del clásico para 2015 con Emma Watson en el papel de Bella).


No obstante, este tipo de mansión, más cercana a los castillos y al mundo de la fantasía, poco o nada se asemeja con el estereotipo de casa colonial antigua construida con madera sobre una colina que muchos de nosotros tenemos en mente. En este sentido sería más conveniente buscar orígenes en la nueva América más que en la vieja Europa. Allí, un nuevo país (o continente) se fundó basado en un sistema patriarcal y conservador. El ideal religioso de “a city upon a hill”, una ciudad en la colina, es ese sobre el cual se erigieron las primeras casas en el nuevo mundo  ignorando a los llamados nativos americanos. Así, los principios de libertad y prosperidad sobre los cuales se construyó el país hoy resultan moralmente ambiguos y culturalmente embarazosos. Probablemente esa sea la razón por la que, durante años, han ido surgiendo leyendas en relación a casas construidas sobre antiguos cementerios indios cuyas almas erráticas, al no poder encontrar su lugar de descanso, han vuelto para atemorizar a aquellos que les despojaron de sus tierras y de sus vidas. Dichas leyendas han permeado la cultura popular americana y hoy podemos encontrar numerosos ejemplos en cine y televisión.


LA MUJER EN LA CASA

La Mansión Encantada o The Haunting (1963) es una de las películas de terror más redondas de la historia y, para muchos críticos, la mejor. Basada en un best seller escrito tan solo cuatro años atrás, esta película dirigida por Robert Wise entra dentro del periodo clásico del subgénero pero sin duda no se encasilla como una película más. Es rompedora y atrevida, adaptando hábilmente su novela original, y heredera del movimiento literario feminista de célebres escritoras como Virginia Woolf o Charlotte Perkins Gilman quien, en su conocido relato sobre la locura en la mujer, The Yellow Wallpaper, escribía al comienzo: “Una mansión colonial, un estado hereditario… yo diría una casa encantada, y así alcanzar la cumbre del idealismo romántico, pero eso sería pedirle demasiado al destino”.


Esta visión de una casa encantada como un símbolo de la cultura patriarcal y de la represión encaja perfectamente en el marco de la película de Wise. La mansión que se retrata en ella fue construía por un hombre severo y déspota. La casa nació maldita, pues justo cuando fue terminada y antes de que pudiese verla su mujer, ésta falleció en un extraño accidente. Años después, otras mujeres correrían la misma suerte. Así pues, en la casa de Robert Wise solo han muerto mujeres mientras los dos hombres principales de la historia ocupan cargos de autoridad: un patriarca y un científico, el cual está determinado a esclarecer los misteriosos hechos que allí han acontecido. En una nueva vuelta de tuerca, al tema del feminismo se une el de la homosexualidad; la casa juega aquí como una imagen metafórica del poder de la represión y el oscuro mundo interior de los personajes.

El Resplandor (1980), por otro lado, nos presenta la historia de una familia encabezada por  Jack Torrance, emblemático personaje creado por Stephen King, al que parece que el hotel que está vigilando le ha dominado. En el punto opuesto se encuentra Wendy, sin duda alguna la heroína de la película y la última en sucumbir en el oscuro mundo psicológico en el que el resto de su familia ha caído. Gracias a su fuerza (¿maternal?) logra salvar a su hijo del peor escenario. La fuerza psicológica de El Resplandor es el punto más innovador de la película, ya que ésta parece presentar una casa encantada que, en realidad, no lo está, y es la mente humana ya contaminada del mundo exterior lo que hace que objetos inanimados cobren vida y las voces comiencen a hablar.


EL FACTOR PSICOLÓGICO

Lo psicológico, como vemos, suele ser un elemento central en estas películas. Este poder es el culpable, en muchos casos, de que los secretos ocultos que hay en la casa se manifiesten. Estos pueden estar ocultos durante generaciones tras sus paredes y no hacer acto de presencia hasta que una mente iluminada (una persona con el don del resplandor) o una persona espiritualmente implicada aparezca en escena. Éste es el caso de Belén Rueda en El Orfanato (2007), Michelle Pfeiffer en Lo que la verdad esconde (2000), Kevin Bacon en El último escalón (1999) y de George C. Scott en Al final de la escalera (1980). En estos casos las casas no están encantadas, pero poseen un brutal secreto como un asesinato o una muerte violenta que hace que los muertos quieran comunicarse con los vivos.
Este tipo de argumento se apoya en una teoría expuesta en muchas películas que dice que cuando alguien muere en dramáticos acontecimientos suele dejar una especie de estela psíquica que sirve de canal para dicha comunicación.


Como dato curioso, añadir que la película dirigida por Juan Antonio Bayona, El Orfanato, cuyo guión estuvo durante años guardado en un cajón, tiene como antecesor (y ejemplo perfecto de esto que acabamos de ver) el cortometraje 7337 (2000), que actualmente se puede encontrar en youtube.


LO BARROCO: GORE Y PROFANACIONES.


Si la película La mansión encantada es una muestra clara de la época clásica de este subgénero, Suspiria de Darío Argento (1977) es sin duda uno de los ejemplos más notables de la etapa barroca, pues en ella se comprimen en exceso una serie de asesinatos brutales, seres sobrenaturales, la violencia explícita y el morbo sexual en el gótico marco de una antigua escuela de danza. Esta partitura distorsionada y diabólica bebe del cine de Mario Bava, padre del modernismo en el terror italiano, el slasher y, en definitiva, los giallos (thrillers baratos) italianos de la época. Como claro referente americano encontramos La Semilla del Diablo (1968) de Roman Polanski. Pero mientras ésta última se delimitaba a “sugerir”, el cine de estos directores italianos pasó a “mostrar”.


Otro ejemplo más tardío y no tan conseguido es El más allá (1981) de Lucio Fulci, que en contraste con otra joyita de este subgénero encontrada en Italia quince años atrás, Danza Macabra, hace que resulte obvio el reciente y creciente gusto por el gore. En estas películas, unos simples espíritus no funcionarían como artífices, por lo que hubo que llamar a la artillería pesada: brujas, magia negra, asesinos en serie venidos de ultratumba y todo un elenco de esperpénticos seres paranormales.


Herederas de esta época y ya más actuales son la cinta de culto de 1981 Evil Dead y su secuela de 1987, Terroríficamente Muertos cuyos efectos especiales recuerdan a las primeras producciones de Peter Jackson, Braindead (1992) y Bad Taste (1987). En Evil Dead, también traducida al castellano como Posesión Infernal, un grupo de amigos deciden ir a pasar el fin de semana a una cabaña en medio de un espeso bosque en el estado de Tennessee. En el sótano descubren un viejo libro con el que liberan, sin querer, una terrible maldición.



LA MANSIÓN ENCANTADA EN LA ERA DIGITAL.

En los años ochenta, el incipiente éxito de la televisión dio paso a una temprana psicosis por el modo en el que ésta estaba influyendo en la sociedad en general y en la estructura familiar en particular. Así pues, muchos guionistas vieron un filón en este tema. El afamado Chicho Ibáñez Serrador dedicó una de sus “Historias para no dormir” al nuevo miembro de la familia. Este capítulo, llamado sencillamente El televisor, retrataba la llegada de la televisión a una familia de clase media en la España de los años sesenta. Poco a poco, el aparato iba absorbiendo el juicio del padre mientras que éste, fascinado, iba descubriendo el nuevo mundo que el aparato le ofrecía.


Una moraleja similar quiso reflejar Steven Spielberg cuando escribió el guión de la famosa Poltergeist, fenómenos extraños, dirigida por Tobe Hooper en 1982. En esta película, una familia también de clase media empieza a experimentar sucesos paranormales tras mudarse a una nueva vivienda, la cual se encuentra construida sobre un cementerio indio cuyas almas ven en la televisión el umbral entre los dos mundos.
Pero si hay una cultura cuyas películas han reflejado los peligros de las nuevas tecnologías de la tecnología, esta es la japonesa. La cinta de vídeo, la inoportuna llamada telefónica tras angustiosos segundos de silencio o los espíritus comunicándose con los vivos a través de las ondas electromagnéticas son algunos de los recursos que han explotado los japoneses en sus películas de terror más recientes.

Ellos transgredieron muchas de las imágenes clásicas del subgénero y experimentaron con la forma y el contenido de muchas maneras. Así sustituyeron a la casa encantada por la cinta de vídeo encantada o, sin más, las nuevas tecnologías como canal de comunicación entre dos mundos. Esto ocurre en The Grudge, La Maldición (2004) y en Ringu, La Señal (1998) ambas películas relativamente recientes y que han seguido la misma trayectoria (el remake americano y las subsiguientes secuelas). La maldición de The Grudge reside en el interior de la casa y afecta a todo aquel que pasa a su interior como si fuese una enfermedad. En Ringu, por el contrario, la maldición está en el vídeo y afecta a todo el que la ve.


Además, la casa encantada pasó de estar en un lugar apartado y rural para encontrarse en un medio urbano, más cercano a la mayoría de sus espectadores. La casa poseída de The Grudge se encuentra en los suburbios de una gran ciudad y, en una nueva vuelta de tuerca, sus espíritus se encuentran en la casa de cuerpo presente. En esta ocasión, lejos de ser fantasmas, son cuerpos con vida, pero totalmente vacíos y desprovistos de alma.

Por último, en un nuevo intento por explotar el papel de las nuevas tecnologías surge Paranormal Activity una reciente y ya dilatada saga americana con origen en el 2007 que juega a contar episodios de apariciones fantasmales en casas modernas desde un punto de vista pseudo documental basándose en la objetividad de una cámara de seguridad.


FANTASMAS GRACIOSOS: LA MANSIÓN ENCANTADA COMO UN SUBGÉNERO DEL HUMOR.
Pero no todas las películas sobre casas encantadas son un subgénero del terror. Ya en los comienzos del cine, estas solían ser comedias. Recordemos a Buster Keaton en uno de sus cortometrajes más celebrados: La casa encantada/La casa eléctrica (1922). Yendo más lejos, otro de los padres del cine, George Méliès, vio en las casas encantadas una excusa más para demostrar todo su potencial como ilusionista. El resultado, una de las películas más tempranas que tratan este tema: La maison hantée (1906/1907?).


Pero hubo muchas más. En el mundo de la animación, Mickey Mouse puso sus pies en una en 1929 (Mickey Mouse: Haunted House), cuando el cine sonoro comenzaba a dar sus primeros pasos. También el tema de los fantasmas vengativos dio mucho juego. En El Fantasma va al Oeste (1936) un castillo medieval es trasladado desde Escocia hasta Estados Unidos piedra por piedra para, una vez allí, ser reconstruido. Junto con el castillo viajará un antiguo fantasma que atemorizó durante siglos a sus propietarios. Bitelchus, dirigida por Tim Burton en 1988 tiene como protagonista al célebre fantasma homónimo cuyo nombre literalmente traducido quiere decir zumo de escarabajo. Este ha sido contratado ex profeso por una pareja de fantasmas para que les ayude a librarse de unos mortales que se acaban de mudar a su casa. Es el punto opuesto del clásico del humor de los años ochenta Los Cazafantasmas (1984). Por otro lado, Peter Jackson siguió por este camino en Agárrame esos fantasmas (1996), en los que un grupo de poltergeists trabajan al servicio de un embaucador con poderes psíquicos que se dedica a aprovecharse de los vecinos de su ciudad.

Por último, un toque cómico y a la vez romántico dio lugar a uno de los capítulos más memorables de la longeva y clásica serie de televisión Expediente X. En un especial de Navidad de su sexta temporada titulado Cómo el fantasma robó la Navidad, Mulder y Scully deciden dejar de lado las celebraciones para visitar una supuesta casa encantada donde una pareja de ancianos esconde un secreto y muchas ganas de hacer pasar a los protagonistas un mal rato.

Terror, humor... y hasta musical. No cabe duda de que este subgénero guarda muchas sorpresas. Y una de ellas la protagonizó Michael Jackson en 1997 con el macro videoclip titulado Ghosts.


EN LA ACTUALIDAD


Actualmente somos testigos de un renovado interés por este subgénero de mano de muchos directores noveles. Cabe destacar al director James Wan, uno de los nuevos maestros del terror, el cual a través de Insidious (2010) primero y luego de Expediente Warren (2013), ha conseguido rescatar a su público, que se había quedado estancado en Saw (2004). Expediente Warren, en particular, ha revalorizado el sabor clásico de este subgénero, que ha visto en elementos ya muy manidos un nuevo giro de tuerca para seguir asustando a su público. La fórmula del éxito: hacerlo realista. Sus dos protagonistas (abajo en la foto), por ejemplo, nos recuerdan a Mulder y Scully, una pareja clásica, sencilla y cercana al público para que éste se pueda sentir identificado. El discurso suena auténtico y creíble y la ambientación refleja a la perfección la esencia de la antigua escuela. Como colofón, unos créditos de cierre con documentos y fotos antiguas que subrayan la veracidad de los eventos.


En el plano nacional, Alejando Amenábar sorprendió al mundo entero con el secreto de Los Otros (2001) y su inesperado final a lo que le siguió la ya mencionada cinta de El Orfanato, que gozó también de enorme éxito. Guillermo del Toro, mentor de estos dos últimos directores, hizo también su contribución en el género con El Espinazo del Diablo, en 2001, un drama ambientado en los meses siguientes al fin de la guerra civil española. Del Toro juega hábilmente con la simbología y el existencialismo, con el tiempo y los espacios y con las preguntas que, por más que intentemos contestar, jamás lograremos respuesta alguna. “¿Qué es un fantasma? Un evento terrible condenado a repetirse una y otra vez, un instante de dolor, quizá; algo muerto que parece por momentos vivo aún, un sentimiento suspendido en el tiempo, como una fotografía borrosa, como un insecto atrapado en ámbar…”


MIS TRECE CASAS ENCANTADAS IMPRESCINDIBLES
(En orden cronológico)

El Legado Tenebroso (Paul Leni, 1927)
Los Intrusos (The Uninvited) (Lewis Allen, 1944)
La Mansión de los Horrores (William Castle, 1959)
Suspense (The Innocents) (Jack Clayton, 1961)
La Mansión Encantada (Robert Wise, 1963)
La Semilla del Diablo (Roman Polanski, 1968)
La leyenda de la casa del infierno (John Hough, 1973)
Suspiria (Dario Argento, 1977)
El Resplandor (Stanley Kubrick, 1980)
Al Final de la Escalera (Peter Medak, 1980)
Los Otros (Alejando Amenabar, 2001)
La Maldicion (Ju-on, The.Grudge) (Takashi Shimizu, 2002)
Expediente Warren (The Conjuring) (James Wan, 2013)

(Dejo en el tintero algunas cintas clásicas como Poltergeist, Evil Dead, Casper o La Mujer de Negro en su primera versión).


miércoles, 9 de octubre de 2013

Mis joyas del Cine Mudo (VI): Garras Humanas (The Unknown)


Esta es la gran obra olvidada de Tod Browning. Estrenada en 1927, en los últimos años del cine sonoro, Garras Humanas bebe directamente del macabro y escalofriante terror circense por el que el director se hizo célebre gracias a Freaks, la Parada de los Monstruos, en 1932, pudiéndola considerar, incluso, la antesala de la misma.


Está ambientada en Madrid, en un antiguo circo gitano donde se esconde Alonzo, (Lon Chaney, “el Hombre de las mil caras”), un bandido que esconde un terrible secreto. Le acompañan un elenco de personajes realmente carismáticos, entre los que destaca Cojo, un confesor y amigo que comparte un curioso parecido con Sancho Panza. El personaje de Alonzo es, en definitiva, uno de los más significativos de la carrera de Chaney, actor por otro lado acostumbrado a soportar terribles dolores cuando interpretaba a villanos o antihéroes tullidos o deformes, como en el caso de El Fantasma de la Ópera (1925).

sábado, 21 de septiembre de 2013

La Tetralogía del Poder, de Aleksandr Sokurov

Aleksandr Sokurov es un director ruso vanguardista e independiente, autor de abstractos y reflexivos dramas para los que utiliza muchas veces un marco histórico y una estética bastante característica. Se podría decir que, para muchos, Sokurov es el actual depositario de la filmografía de Andrei Tarkovski. Sin embargo, mientras este segundo se centra más en el plano metafísico, Sokurov se deshace de lazos místicos y existenciales y se centra en lo humano, en lo terrenal. Y esto queda demostrado sin lugar a dudas en una de las porciones más suculentas de su amplia filmografía.

La Tetralogía del Poder, como así se conoce este conjunto de cuatro filmes que ahora nos disponemos a analizar, se puede dividir en dos partes: la primera, una trilogía basada en tres personajes históricos del siglo XX en los que el poder está claramente identificado. Hitler, Lenin y el emperador Hirohito son los personajes claves de Moloch (1999), Taurus (2001) y Sol (2005), respectivamente. Por último, una cuarta película a modo de conclusión o broche fue estrenada en el Festival de Venecia seis años más tarde de haberse realizado la tercera entrega de la saga. Esta cinta llamada Fausto (2011) y dedicada al personaje homónimo le reportó el León de Oro en el Festival de Venecia además de otros premios en diversos festivales europeos.

Sokurov tiró de su formación como historiador para deshacerse de la visión mitológica de estos personajes y centrarse en una faceta más humana. Hitler, Lenin, Hirohito y Fausto son representados en su obra como seres degradados y sórdidos, rodeados de un cosmos ante el cual se muestran ridículamente humanos. Todos ellos han cruzado ya el umbral de la madurez, han alcanzado el poder y la gloria de las estrellas o, al menos, ese que se cuenta en los libros de texto, y ahora se encuentran en su fase crepuscular.

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En Moloch (1999), Hitler llega a su remoto refugio El Nido del Águila donde su amante, Eva Brown, le espera. Acompañando a éste llegan sus más fieles colaboradores. Todos se disponen a pasar unos días de descanso, comidas y paseos por la montaña. Por momentos parecen surgir sombras entre ellos: envidias, celos, discusiones absurdas y escenas grotescas. Así, Sokurov dibuja un cuadro oscuro donde sitúa un dictador decadente e infantil, que nada o muy poco se corresponde con la imagen del temido líder que puso al mundo entero en jaque.


Los títulos de las películas de esta saga tienen un papel fundamental a la hora de entender el enfoque que el director pretende mostrar. En este primer caso se hace referencia a una tenebrosa deidad de orígenes fenicios asociada con la oscuridad y el fuego como poder purificante. Artífice de los hornos y cámaras de gas que llevaron a la muerte a millones de personas en la Europa del siglo XX, Hitler soñó con una sociedad “purificada” de razas ajenas a la aria. Por otro lado, su ambiguo ideal religioso le llevó a los lugares más recónditos de la tierra buscando probar sus estrafalarias conjeturas. Esta faceta ocultista del dictador también está recogida por el título.

La segunda entrega, Taurus (2001), gira en torno a los últimos días de vida de Vladimir Ilich Ulianov, Lenin, al que el director filma en su lecho de muerte, rodeado de sus seres más allegados. En la película de Sokurov, Lenin es un anciano confundido y apagado, como entre dos mundos, que no comprende lo que ocurre a su alrededor. Su retrato, de nuevo humanizado hasta un estado de decrepitud, nos muestra al líder de la revolución rusa con los pantalones bajados mientras lo duchan y mientras él intenta recuperar su dignidad por medio de la razón y la lucha física: “Puedo yo solo”.



Haciendo referencia a su signo del zodiaco, el título de la película sintetiza la idea del toro: un ser bravo, temido y racional. Pero, de nuevo, Sokurov no despega los pies de la tierra y, lejos de conjeturas astrales, la imagen del toro que simboliza a Lenin es esa del animal predestinado a la muerte, condenado al sacrificio. El anciano mira al cielo  mientras se pregunta qué pasará cuando él no esté.


(arriba, imagen de la película de Sokurov; abajo, una fotografía del mausoleo de Lenin)

Por último, Sol (2005) es la propuesta más interesante de esta primera parte de la tetralogía. Esta entrega narra el momento en el que, estando la II Guerra Mundial perdida, Hirohito, el último emperador de Japón, tiene que tomar una doble decisión: en primer lugar, el reconocimiento de la derrota ante los rivales americanos; en segundo lugar, la renuncia a su condición divina. Hirohito fue uno de los dictadores más poderosos del siglo XX, de eso no cabe duda, y en su país era contemplado como un auténtico dios. No obstante, por tercera vez se nos muestra el lado más humano del ser absoluto. En sus momentos de intimidad, Hirohito se deleita con sus álbumes, contemplando fotos de las estrellas de Hollywood a las que admira. Todas ya estrellas caducas. Chaplin, nombre con el que se le conocía en algunos círculos a Hirohito, también está entre ellos. Este distendido momento aborda doble paradoja: por un lado, el hecho de que una persona considerada absoluta mire hacia arriba para contemplar a gente admirada; en segundo lugar, que las personas a las que admira sean americanos, los grandes rivales del imperio nipón.

De nuevo, el título de la película esconde una cruel ironía para su protagonista. El Sol es un símbolo cósmico de grandeza, poder e iluminación, pero también es un símbolo de soledad. El Sol de la película de Sokurov es un astro solitario y crepuscular, una perfecta analogía del estado del emperador, pues esta es una película sobre la soledad y la distancia del poder con la realidad. Hirohito mira fotos en su álbum inconsciente de que, como esas estrellas de su colección, él pronto formará parte de ese cosmos del pasado.

La soledad del emperador se pone de manifiesto a través de diversas estrategias que utiliza el director. Una es la técnica. En el cine, comúnmente se asocia el plano general con el público y las grandes masas, el plano medio con un entorno más familiar y, por último, el primer plano con un efecto personal, íntimo e introspectivo. Pues bien, Sokurov tira del plano general para revelar la soledad del poder que sufre Hirohito al verse solo en grandes espacios y, en segundo lugar, utiliza primer plano para mostrar las arrugas, el sudor y la tensión de los músculos de la cara del emperador. Su situación personal e íntima.

Por otro lado, cuando el emperador sale de su refugio para acudir a una esperada cita con el general Douglas MacArthur, desde su coche se expone al exterior. Ese lujoso coche simboliza el aislamiento de su persona, en perfecto contraste con la realidad del mundo exterior. A través de la ventanilla es testigo de las duras condiciones en las que su pueblo vive. El interior de un edificio cuyas paredes han sido derrumbadas muestra algunas de ellas; esta imagen es claramente metafórica, algo así como dejar literalmente la realidad al descubierto.


Como una extensión de la metáfora del sol, también se menciona en la cinta la aurora boreal, la luz en la noche. El emperador, ya habiendo bajado de su altar, comienza a soñar con la posibilidad de reencarnarse, de vivir cuando su sol deje de brillar, de vivir en la noche. En consonancia con esto, podríamos recordar que tras la caída del imperio, Hirohito siguió gobernando otros 44 años de forma simbólica.


Uno de los rasgos más destacables de la trilogía es la caracterización e interpretación de los personajes principales. Sin embargo, quizás sea esta en particular la más destacable y curiosa, pues aún en la época en la que fue rodada, representar al último emperador japonés era todo un tabú. El nombre del actor (Issey Ogata), paradójicamente un actor cómico en su país, se mantuvo en secreto hasta su estreno en Berlín por miedo a un atentado por parte de nacionalistas japoneses.

En este sentido, nos puede llamar la atención sus labios, continuamente abriéndose y cerrándose como si quisiese imitar a los movimientos de un pez, símbolo cargado de gran significado en la cultura nipona en general y en la película en particular. Estos tics dificultan al espectador sincronizar los movimientos físicos de su boca con las palabras de su discurso. Otro  factor a tener en cuenta es el idioma: Hirohito se somete al inglés, el cual habla sin dificultad, dejando de lado la lengua imperial. Así queda expuesto como un pez fuera del agua. Durante la ya mencionada entrevista con el general americano, éste le hace referencia a un pez japonés. Hirohito es una metáfora de ese pez que ha caído en manos de los americanos.


Estas tres películas son, en realidad, como fotografías en movimiento: lentas, frías, casi estériles. Fotografías de grandes personajes en momentos íntimos. En la paleta de Sokurov hay colores pálidos, el blanco y negro y otros ocres haciendo referencia a las películas de la época al que los respectivos momentos históricos hacían referencia (la Rusia de los años 20, la Alemania de los años 40…). Sus imágenes recogen momentos íntimos, como Eva Brown desnuda, paseándose por los pasillos del refugio alpino, Lenin en la cama con su mujer o Hirohito escribiendo una carta a su hijo mayor. Ya no hay rastro de los enormes despliegues de poder y masas que circulaban por el mundo entero. Ahora, las estelas de estas estrellas fugaces se difuminan y sus sueños son trasnochados: Hitler anhela conquistar la muerte, Lenin delira pensando en operaciones matemáticas e Hirohito espera recuperar a su familia y poder dedicarse a lo que más le gusta: la biología marina.




***

En entrevistas, Aleksandr Sokurov afirmaba: “los caracteres humanos son interesantes, pero los de los dictadores no me fascinan nada”. Una vez superada la trilogía, en el año 2006 el director repitió la fórmula rompiendo algunas de sus propias reglas. Dejando de lado la historia contemporánea, el reto ahora era reflejar un ser legendario en la pantalla eliminando al mito y centrándose en lo humano.

La dificultad principal de Fausto (2006) es obvia. Fausto es un personaje que ha vivido durante siglos en leyendas y en la literatura oral. Del personaje histórico apenas se tienen datos, con lo que su reconstrucción humana fue todavía más difícil que lo que ya había hecho anteriormente con Hitler, Lenin e Hirohito.

Fausto, además, rompe totalmente con la estética anterior de la saga. Mientras que en las tres películas anteriores hablábamos de fotografía, en esta las referencias se hacen a un arte más antiguo: la pintura (Rembrandt) y a la filosofía. En la primera escena, dos hombres sucios y desaliñados que parecen ser cirujanos buscan afanosamente entre los órganos de un cuerpo humano. Al cabo de un rato desisten. Ni rastro del alma humana. El resultado de la batalla entre ciencia y fe parece claro y tajante desde el principio.


(arriba, una imagen de la película; abajo, "La lección de anatomía del dr. Nicolaes Tulp", de Rembrandt)

El Fausto de Sokurov es, al igual que los tres líderes, un ser de carne y hueso, lleno de dudas y temores. En la primera imagen, un plano aéreo de la ciudad donde el protagonista vivía, se esconde la primera pincelada de la obra que parece decirnos: “aquí vive Fausto, un hombre culto en un mundo pobre, sucio y pesimista”. Su encuentro con el diablo no es más que la frustración del suicida. El diablo, representado en la película como un hombre despistado y obtuso, acaba bebiéndose por error la cicuta que Fausto iba a ingerir para poner fin a su insatisfecha vida.

viernes, 30 de agosto de 2013

Fuera De Plano (1): Nubes en el rodaje de Lars Von Trier.

(de izq. a dcha.: Catherine Deneuve, la artista islandesa Björk y Lars Von Trier durante el rodaje de "Bailar en la oscuridad")

Esta foto tomada durante el rodaje de la película “Dancer in the dark”, ganadora de la palma de oro en el festival de Cannes en el año 2000, muestra un momento de cercanía entre las actrices principales y el director. Pero lo cierto es que dicho rodaje fue recordado por las tensiones y la relación conflictiva que surgió entre Lars Von Trier y la cantante islandesa. Si apelamos a la personalidad y al temperamento de ambos individuos, a nadie le debería de extrañar que, por ejemplo, la actriz llegase a desaparecer del rodaje durante tres días sin que nadie supiese de su paradero.

Este no fue el único caso de una actriz que terminase mal con el realizador danés. Tan solo tres años más tarde, tras el rodaje de Dogville, la primera película de su trilogía Americana, Nicole Kidman juró que no volvería a trabajar con Lars. Así que este tuvo que recurrir a una nueva actriz (Bryce Dallas Howard) para dar continuidad a su personaje, Grace, en la segunda parte de la saga.


Pero no todas sus actrices le han acabado rechazando. Al igual que Hitchcock, Lars tuvo detractoras, pero también amigas fieles como Charlotte Gainsburg, con la que sigue colaborando proyecto tras proyecto, o Catherine Devenue, que fue de las primeras en salir a dar la cara por el director después de sus polémicas declaraciones en el festival de Cannes de 2011, donde una broma mal hecha le llevó a decir delante de la prensa que “entendía a Hitler”.

viernes, 26 de julio de 2013

Cine en páginas: vol. 5 y 6

IMÁGENES
Autor: Ingmar Bergman
Editorial: Tusquets Editores
Ingmar Bergman, además de su amplia filmografía para cine y televisión, también encontró en  la literatura un rincón de expresión y creatividad. Escribió unas memorias (Linterna Mágica), tres novelas (entre la que cabe destacar Niños del Domingo) y este “diario de rodaje” donde removía los fantasmas que le llevaron a dirigir algunas de sus películas más célebres y otras no tan reconocidas. Este libro está dividido por temas y películas y ayuda a comprender los deseos y temores más íntimos de su director y cómo estos fueron plasmados en imágenes.


EL CASO PASOLINI, CRÓNICA DE UN ASESINATO
Autor: Gianluca Maconi
Editorial: Gallographics
Un sincero homenaje al director italiano donde se recrean en cómic y en unas pocas líneas cronológicas las horas previas a su polémico y misterioso asesinato. Las páginas, los dibujos y los bocadillos están cargados de melancolía y filosofía, propia de su director, y de una incierta mirada de ambigua esperanza  en la humanidad. El retrato de Pasolini es fiel al mito que recuerda: una mezcolanza difusa entre hombre y mesías.

“Añoro la revolución pura de la gente oprimida que tiene el único objetivo de volverse dueña de sí misma”.

martes, 14 de mayo de 2013

10 Reseñas: Mayo 2013


HITCHCOCK (Sacha Gervasi, 2012)
No es una gran película ni pasará a la historia, pero si es un simpático y emotivo guiño a la figura del director. Como fiel seguidor del maestro del suspense, nunca me sentí defraudado al ver esta cinta.
Su carisma reside en la humildad del retrato de Hitchcock y lo absolutamente sublime de su interpretación por un Anthony Hopkins irreconocible. Cargada de anécdotas y llena del célebre humor del director que, con el doblaje, muchas de sus bromas se disolvieron.
Divertida y simpática.
***

EL CAZADOR (Michael Cimino, 1978)
El gran tratado sobre la amistad y la guerra que quedó sellado para siempre con la magistral escena de la ruleta rusa. Un onírico sentimiento que más de uno ha tenido, al ver transformado por completo a la persona a quien bien creía conocer.
Ideologías y sentimientos llevados al extremo.
Un día escribiré un artículo donde exponga el lugar privilegiado que tiene la palabra “caza” en el mundo del cine…
****1/2

LAS TORTUGAS TAMBIÉN VUELAN (Bahman Ghobadi, 2004)
Tierna y, a la vez, desgarradora historia sobre los verdaderos afectados de la guerra: los niños. Si bien aparecen adultos, se podría decir que el reparto está integrado exclusivamente por niños. Así se les dibuja ejerciendo labores de adultos (como proveer productos o cuidar otros niños), mientras que a los adultos se les ve ociosos y, simbólicamente, como meros espectadores de su propio juego.
Dura, pero genial. Pese a lo brutal de su tesis, en ella sigue cabiendo esperanza y fe en el género humano.
Se alzó con la concha de oro en San Sebastián en 2004.
****

SILENCIO ROTO (Montxo Armendáriz, 2001)
Montxo Armendáriz en uno de sus mejores momentos, narra una historia de amor en plena postguerra. La desolación de los personajes se comunica con la desolación del paisaje, frío y húmedo característico de las montañas del norte de Navarra. Naturalista y hermética, Silencio Roto es una de esas pocas películas que aún caen en blando en el ya atiborrado y engordado género de la Guerra Civil española.
***1/2


LA HIJA DE RYAN (David Lean, 1970)
Una de esas largas películas de David Lean que, como Doctor Zhivago, pueden hacer de las tardes de los domingos ratos inolvidables. Personajes humanizados y ambiguos y las playas como testigos silenciosos de un comprometido triángulo amoroso.
Uno de llamados últimos clásicos, un relato complejo con un punto de partida aparentemente sencillo: el cuerpo y la mente de una chica joven, en plena efervescencia, en una sociedad dogmática y opresiva. Este cambio brusco de matices son recogidos sensacionalmente por la cámara de Lean, que los retrata en perfecta armonía, como si de un cuadro se tratase.
*****

SUMMER WARS (Mamoru Hosoda, 2009)
Clásico moderno del anime de ciencia ficción. Una mezcla extraña y curiosa de cine adolescente y ciencia ficción que trata un tema que más tarde haría popular a la serie de televisión Black Mirror: el pujarte y amenazante avance de las nuevas tecnologías en nuestra sociedad, aparentemente segura y bien estructurada.
De imprescindible visionado para todo el amante del género. Se alzó con el premio al mejor largometraje animado en el festival de Sitges en 2009.
***1/2

PERSIGUIENDO A AMY (Kevin Smith, 1997)
Entre toda la filmografía de Kevin Smith destacaría Chasing Amy. Una lúcida comedia (recordemos que éste es un género débil, no hay muchas comedias buenas) sobre la amistad y las relaciones de pareja con muchos chistes, muchas palabrotas (al estilo americano) y, sobre todo, mucha transgresión en temas que, por aquel entonces, finales de los 90, aún constituían verdaderos tabúes en la televisión y el cine americano.
Muy divertida.
***1/2

UN DIOS SALVAJE (Roman Polanski, 2009)
Una película que todos los padres deberían de ver. El argumento es sencillo: dos matrimonios se reúnen para charlar sobre la pelea que han tenido sus hijos recientemente. Siguiendo el estilo de Polanski, irónico y cruel a partes iguales, los padres acaban quitándose las máscaras y mostrando que tienen el mismo problema entre ellos que sus propios hijos. Una fábula magistral sobre el comportamiento del ser humano y de las familias, y que hace una lectura a la inversa del refrán “de tal palo, tal astilla”.
***

ARRUGAS (Igancio Ferreras, 2011)
Simpática (y durísima) adaptación del cómic homónimo. Una animación sencilla en Flash que alberga una historia compleja y brutal sobre la ancianidad y el desamparo. Sin duda de lo mejorcito del género… hasta que llegó Michael Haneke con su “Amor”.
Pese a todo, esta divertida cinta nunca pierde el sentido del humor que traspasa la convención del chiste fácil para trasgredir con los estereotipos y engatusar con el clásico sabor del realismo mágico (atentos a la escena de la mujer que viaja en el Orient Express).
****1/2

ARGO (Ben Affleck, 2012)
La última película de Ben Affleck, una figura que recibe más críticas positivas por su faceta de director que por la de actor. Esta vez se alzó en los oscar con el premio más importante de todo el palmarés: la mejor película, “entregado” por Michelle Obama.
Pero vayamos con calma: la trepidante y frenética historia, en parte debido al mérito del montaje, se vende sola en los mercados americanos. Su historia y el ritmo es precisamente el propio del cine americano moderno, todo en su justa medida e, incluso, se permite alguna crítica al gobierno del tío Sam. En efecto, este es un gran punto para comprender que debajo de todas esas toneladas de acción y suspense brutal sabor cien por cine americano, quizás haya cabida para la subversión y crítica del sistema. O puede que no.
En definitiva: una película muy entretenida que coge lo mejor del género y lo combina hábilmente para, así, llevarse merecidamente su recompensa final: el premio a la mejor película. Y apunto: los oscar no son Cannes, gracias a Alá.
***1/2