Judi Dench
interpreta a Bárbara, una despótica y reservada profesora de instituto que vive
sola con su gato y su diario donde recoge con tono irónico su monótona
existencia. Dench, narradora del film, comienza autocompadeciéndose en su rol
de matriarca sin hijos: “todo el mundo me cuenta sus problemas pero ¿quién
escucha los míos?”. Esta situación da un giro cuando conoce a Sheba (Cate
Blanchett), una risueña e inexperta profesora de arte que acaba de llegar al instituto
y por la que siente un particular interés. Ahora, Bárbara escribe en su diario:
“ella es la joven novicia que viene a oír consejo de la madre superiora”.
Dench se
oculta debajo de un personaje robusto y digno mientras que Blanchett juega el
rol opuesto mostrando los encantos y la frescura de la juventud, con todas sus
dudas, sus cambios temperamentales y sus caídas emocionales. Cuando Sheba
comete el desliz de dejarse seducir por un alumno de décimo curso, Bárbara
utiliza esta situación para poder dominarla.
Ambas
interpretaciones apuntalan una historia que debería de tener más de una grieta,
una historia que parece que ya nos han contado antes, pero que no nos desvía la
atención de la atracción principal de la película: la pugna entre dos de las mejores actrices que ha dado
el mundo anglosajón. De nuevo, la vieja gloria y la joven promesa. Entre ellas
saltan chispas y el abanico de relaciones que mantienen a lo largo del film
(indiferencia, amistad, amor, odio, condescendencia, etc.) bien se corresponden
con la riqueza y matices de sus interpretaciones. Y que no le quepa la menor
duda a nadie que si sustituyésemos a Dench y a Blanchett por otras, esta
película se quedaría reducida a una película de sobremesa.