martes, 14 de abril de 2015

Xavier Dolan: masculino, femenino y viceversa

Con 25 años, este jovencísimo director francocanadiense ya ha estado en Cannes cuatro veces, una en Venecia y se ha alzado con un buen puñado de premios de reconocimiento internacional. Xavier Dolan es estiloso y atrapa la atención de los medios; llena todas las redes sociales de comentarios y fotos y, a cambio, es acusado de narcisista por algunos. Sus méritos son muchos: dirige, escribe, produce y protagoniza la mayoría de sus películas. Además cuida cada detalle de sus propias producciones, como el vestuario, la música y el montaje. Por si fuera poco, ha participado como actor en diversas películas y proyectos y aún le sobra tiempo para ser activista por los derechos homosexuales.

Dolan configura su propio universo visual naturalista y manierista. Sus cintas están cargadas de experimentos visuales cercanos a la poesía. Mezcla estilos y tendencias, haciendo referencia a otros artistas y a él mismo. A veces, su montaje se asemeja al de un videoclip. La música es esencial en su mundo: sus fotogramas se nutren de canciones de todos los estilos: pop, clásico, folklórico… pese a proceder de mundos muy dispares todas confluyen en un mismo punto. ¿Contradictivo? No: Dolan reinventa el kitsch y disfruta con el resultado: lo viejo y lo nuevo, lo moderno y lo pasado de moda, lo vintage y lo hypster.

En este confuso marco, Xavier Dolan busca temas cercanos a su edad: narra historias de relaciones amorosas, maternofiliares y de búsqueda de la identidad. Historias de desgarro emocional, de personalidades incompletas y de relaciones benditas y malditas, mostrando el desarraigo del autor con su propia generación.
Pasemos ahora a analizarlas una por una:


YO MATÉ A MI MADRE (J’AI TUÉ MA MÈRE) (2009)

Con 19 años presentó en el festival de cine de Cannes su ópera prima, una historia de la relación amor-odio entre una madre y un hijo.

Es bien sabido que los escritores noveles, sobre todo si son jóvenes, tienden a hablar de la propia experiencia más que a narrar asuntos ajenos. Esta película está basada en material autobiográfico. El atormentado alter ego de Dolan se sienta delante de una cámara, como muchos adolescentes harían ante las redes sociales, y relata sus experiencias y sus sentimientos encontrados hacia su madre. Esta forma de narración guarda un cierto paralelismo con la escritura automática surrealista y se relaciona, asimismo, con el arte que el chico, junto con su pareja, practican en una escena: el arte dripping, una técnica de pintura abstracta que consiste en lanzar pintura contra un lienzo.

La película para Dolan es como un lienzo en blanco: experimenta en forma y contenido, se recrea y despliega sus inquietudes artísticas en todas sus formas posibles, muchas veces buscando el subconsciente que una los hilos de su mundo exterior con aquellos de su mundo interior. Su técnica es rica en encuadres, primeros planos de decoraciones, tejidos, y hasta comida. Juega con el tiempo y experimenta con el punto de vista: por ejemplo, en su casa, madre e hijo comen en la barra de la cocina; detrás queda la mesa vacía en penumbra, lugar significativo de encuentro familiar. El director insiste en los detalles y estos los muestra más vibrantes cuando hay algo que le gusta al protagonista.


LOS AMORES IMAGINARIOS (2010)

Ni un año esperó Xavier Dolan para presentar su segunda película. Los amores imaginarios narra el divertido triángulo amoroso de dos amigos, Marie y Francis, hacia un tercero, Nick.

Dolan se ríe y se deleita de los defectos humanos, así como de las virtudes y de las idealizaciones, próximas al modelo de belleza clásico: como siempre, Dolan se sirve del arte para simbolizar todo lo que aparece en pantalla. Marie, por ejemplo, es presentada como una Audrey que se fija en Nick como el David de Miguel Ángel, obra maestra del Renacimiento y próximo al modelo de belleza clásico. Por otro lado, Francis ve a Nick como los dibujos eróticos de Jean Cocteau. Así, el tono de la película va desde la idealización hasta el desencanto volviendo de nuevo al punto de partida.

De nuevo, como en su anterior película, el director juega con los detalles: la ropa, que sirve para aleccionar a los personajes; la comida, como elemento sensual; el arte pictónico, que prolifera por cualquier lado, desde un cuadro en el suelo hasta el cuadro que sirve como pictograma de los sentimientos de un personaje en un determinado momento (véase el cuadro del grito).


LAURENCE ANYWAYS (2012)

El problema de la identidad es uno de los más recurrentes en la filmografía de Dolan. Un personaje es asaltado por pensamientos y sentimientos que le hacen replantearse quién es. Es el problema del intruso: está en su primera película en el rol de la madre, en la segunda en el papel del chico al que los dos amigos desean y que pone en peligro dicha relación de amistad y, en última instancia y para culminar la teoría de los “amores imposibles” (como el propio Dolan la definió), está el problema de la sexualidad. Es decir, el intruso aquí no es una persona externa, sino la propia personalidad interna.

Como técnica de cohesión, el motivo del testimonio vuelve a aparecer. Lo veíamos en la primera película cuando el adolescente agarra la cámara y narra delante de ella su día a día y, en este caso, vuelve a aparecer en formato de entrevista:

Entrevistadora: ¿Qué estás buscando, Laurence Alia?

En esta cinta, el protagonista es un hombre de 40 años que disfruta de una vida cómoda y estable; sin explicación alguna, dicha estabilidad se ve asediada cuando una nueva sexualidad surge en su ser: ¿Quién es el nuevo Laurence Alia?

Esta es una epopeya (de tres horas de duración) centrada en la psique de del personaje principal. Ha sido comparada, al igual que el resto de su filmografía, con una cantidad de directores y obras que aquí recopilamos, añadiendo alguna de nuestra propia tinta:

- El Almodovar de La ley del deseo.
- El Tod Haynes de Lejos del cielo.
- John Cameron Mitchell y su Hedwig and the Angry Inch. Ambos directores son conocidos por su “necesidad de mostrar” en pantalla lo que ocurre dentro de cada individuo, ya sea un tormento sexual (Shortbus) o su libertad creativa (Hedwig).
- La obra de Won Kar Way.
- Rainer Werner Fassbinder. Como Dolan, Fassbinder también fue un enfant terrible en su país natal, Alemania, hablando sin tapujos sobre tabús sociales y políticos.

- Ingmar Bergman, por la presentación catártica del personaje y las relaciones familiares, amorosas y sexuales. Y, a veces, cómo los límites entre ellas se emborronan.

Pero lo que sí que es cierto es que esta película rompe el tono de las dos anteriores en cuanto a la madurez con la que el material es tratado. Es decir, y siguiendo el hilo de comparaciones, Dolan, en el tratamiento de sus temas, se acerca más en esta ocasión a la madura agudeza de Mike Leigh que al desenfado y la irreverencia de John Cameron Mitchel.

Y, finalmente, Dolan se delata a través de su alter ego:

Entrevistadora: ¿Qué estás buscando, Lawrence Alia?
Lawrence Alia: Estoy buscando una persona que entienda mi lenguaje y lo hable. Una persona que sin ser paria cuestione no solo el valor y los derechos de los marginados, sino también de las personas que dicen ser normales.


TOM À LA FERME (2013)

Esta fue la única de sus películas que, hasta la fecha, no se presentó en Cannes. Esto fue debido a que su anterior cinta no fue incluída en la selección oficial de dicho festival, sino en su sección “Un certain regard”. En su lugar fue presentada en Venecia donde se alzó con el premio FIPRESCI.

Traducida como Tom en la granja, la cuarta película de Dolan supuso un grado más en la pureza visual: no hay retazos de imágenes ni montaje a lo videoclip, hay travellings; no hay soundtrack, hay banda sonora; la fotografía elimina los colores brillantes y vibrantes para adaptarse a los ocres colores otoñales, estación en la que se ambienta una de las películas más duras y retorcidas del director junto con la anterior.
Es, ciertamente, una película inclasificable. En calidad de cajón de sastre podría ser fácilmente catalogada como drama: Tom (Dolan) viaja hasta la granja donde su novio, fallecido en un accidente de coche, vivía con su madre, que desconoce que estos dos fueron pareja.

El filme combina serias escenas con toques de realismo absurdo, como la del baile. Otras escenas más oníricas y pesadillescas, como la de la huída a través del campo de maíz, evoca el poder iconográfico de la obra de Dolan, rico en metáforas que parten de imágenes simples: “En octubre sus hojas son como cuchillas”.


MOMMY (2014)
Y por fin llegamos a su cinta más reciente y, para mi gusto, la más redonda de todas. Con ella, Dolan volvió a Cannes donde consiguió alzarse con el premio del jurado (el segundo galardón más prestigioso del certamen).

En esta película, el joven director volvió al tema central de su ópera prima: el de la relación de una madre y su hijo, esta vez un chico con ADHD (Trastorno con déficit de atención con hiperactividad) que viven en una Canadá ficticia donde una ley permite a padres tirar la toalla con sus hijos problemáticos. La relación entre ellos es tortuosa hasta que aparece Kyla, una nueva vecina cuya presencia ayudará para estrechar lazos y reconstruir el maltrecho vínculo familiar maternofiliar.

Pese a los parecidos con su primer largometraje, Xavier Dolan matiza: “mi primera película trata sobre una crisis juvenil y es autobiográfica; esta es sobre una crisis existencial y no tiene nada que ver con mi vida”.

La película fue filmada en formato cuadrado (1:1) una arriesgada decisión que fue calurosamente acogida por el público y la crítica en Cannes. Su decisión de desechar otros formatos más comunes como el 4:3 o el 16:9 y elegir uno tan restrictivo se debió al interés del joven director no solo de experimentar con la imagen sino, además, de centrar la atención en los personajes y menos en el entorno donde se les graba.


Un pequeño detalle: como siempre, la técnica acompaña la catarsis de los personajes en la filmografía de Dolan. En el clímax de la película, el protagonista, montado en una bicicleta, mira directamente a la cámara, alza sus manos y ensancha con ellas el formato cuadrado de la película. Cuando vi la película en su estreno en el Festival de Cine de San Sebastián, los espectadores arrancaron a aplaudir. Un momento emocionante.
Para su próxima película, la sexta en su filmografía, prepara el gran salto a Hollywood. Con 26 años dirigirá nada menos que a Jessica Chastain, Susan Sarandon y Kathy Bates, entre otros.