Podríamos considerar a Andrei Tarkovski un “iluminado”, si
por iluminado entendemos un hombre
que vivió de acuerdo a una creencia y un talento muy especial.
En una sesión de espiritismo, cuando su carrera ya estaba
empezada, un difunto director de cine le profetizó el número exacto de
películas que habría de hacer antes de su muerte: “cinco películas, pero todas
ellas muy buenas”. La enigmática profecía se cumplió con Sacrificio, su última
obra: una parábola en la que un hombre era sanado de forma milagrosa por una
bruja a cambio de un sacrificio.
Este relato sobre el fin de los días estuvo relacionado, de
manera no intencionada, con el final de la vida del director ruso y,
especialmente, con un hecho insólito y profundamente irónico que ocurrió
durante su rodaje: la bobina de la única cámara se atascó mientras una casa de
madera ardía. La toma se perdió y hubo que volver a construir la casa.
Arriba podemos ver una instantánea tomada durante el rodaje
de la que sería su última película, su legado cinematográfico. Una película por
la que había renunciado volver a su patria, sacrificando literalmente su propia
casa, su hogar, en aras de un arte que muy pocos sabían apreciar.
1 comentario:
Tremendo director y tremenda película. Sacrificio es hipnótica y onírica, por lo menos a mí me recuerda como son mis sueños en los cuales a veces estoy con gente y de un momento a otro desaparecen todos y quedo solo. Saludos y buenas anécdotas, no las conocía.
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