jueves, 10 de diciembre de 2015

¡Están locos estos romanos! Adaptando a Astérix y Obélix.

Si el belga Tintín supone, dentro del cómic, una visión del mundo más ingenua y estereotipada de acuerdo con el espíritu humanista de la Commonwealth, los franceses Astérix y Obélix son una vuelta de tuerca más al discurso postcolonialista donde la parte débil (los galos) hacen frente a los fuertes (los romanos) y re-escriben la historia.

Teniendo en cuenta que este es el punto de partida, no es de extrañar que todos los cómics (y muchas películas) de Astérix comiencen de la misma forma:

“Estamos en el año 50 antes de Jesucristo. Toda la Galia está ocupada por los romanos… ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles galos resiste todavía al invasor.”

Hoy damos un paseo por las distintas adaptaciones del cómic de Alberto Uderzo y René Goscini a lo largo de casi medio siglo.


ASTÉRIX EL GALO (Ray Goossens, 1967)
Como se predice en el título, es la primera película de la saga, dedicada a presentar al verdadero protagonista de la misma.

Se trata de una adaptación muy fiel al cómic original. Gracias a su rudimentaria animación, la película parece efectivamente un cómic del que surge movimiento, aún primitivo y lejos de los asombrosos efectos que hoy conocemos. Personalmente a mi me recuerda a los dibujos de Los Picapiedra o Bugs Bunny.

La película fue originalmente concebida para TV y sólo seis años después de la salida del primer cómic, al cual adapta. Por ello se ve que los personajes aún no están del todo perfilados.

La mejor viñeta: Astérix y Panoramix se hallan presos de los romanos y se extorsiona al druida para que fabrique la poción. Astérix, haciendo gana de su astucia, les manda a por fresas cuando aún no es época. Al cabo del tiempo aparece un romano con una cestita que ha comprado a precio de oro. La mejor escena viene después de esto, cuando los sagaces galos “degustan” las fresas, una a una, delante de un delirante Caius Bonus, el general al cargo de los prisioneros.


ASTÉRIX Y CLEOPATRA (René Goscini, Alberto Uderzo, Lee Bayant, 1968)
Segunda película. Con tan solo un año de diferencia con su antecesora, la diferencia en cuanto a complejidad de trama y mejoría en la animación  (y en el doblaje al castellano, por qué no decirlo) fue tremenda.

De nuevo, fiel al cómic y con unas divertidas secuencias extra, como la canción en la que los malos hacen una tarta envenenada para dársela a Cleopatra en nombre de los galos Astérix y Obélix.

La mejor viñeta: La visita a la pirámide acaba, cómo no, en trampa. Para salir, a Obélix se le concede beber una gotita de poción. Sólo en otra película de la saga se volvería a dar la excepción.

La viñeta histórica: cuando los tenderos descubren que sus esfinges en miniatura no están actualizadas (todas tienen nariz) deciden quitarlas. Lo que no se contó en los libros de historia es que fue Obélix el que, en un acto de inmadurez propia del personaje, se encaramó a la esfinge y le mutiló la nariz.


ASTÉRIX Y LAS DOCE PRUEBAS (René Goscini, Alberto Uderzo, Pierre Watrin, 1976)
Ocho años después de Astérix y Cleopatra se estrena la que, para muchos, se convertiría en la mejor entrega de la saga: Astérix y las Doce Pruebas.

¿Por qué? Es la que mejor ha envejecido, es original y tiene mucho contenido que los adultos sabrán apreciar: por ejemplo, la crítica a los funcionarios en la Casa que Enloquece. En este mismo sentido, parece que los guionistas (y los animadores) no se cortaron con el público al que iba dirigido (infantil, por supuesto).
Fue la primera película que se hizo a partir de un guión original: no estaba basada en ningún cómic. Por otro lado, sobrepasa a todas sus aventuras hasta la fecha en inverosimilitud (piensen en el episodio de la jabalina o en el de la legión de fantasmas), pese a ello es tan sumamente divertida que todo parece cuadrar y tener sentido.

La mejor escena: el atracón de Obelix pasaría a los anales (y sus pequeñas tostaditas al lado de los huevos duros de Groucho), pero si hay un diálogo que rompe todos los moldes, este pertenece a la escena en la que salen de la cueva de la bestia en una de las últimas pruebas y el buen Caius Pupus les pregunta:

-Disculpadme pero ¿cómo era el monstruo?
A lo que Obélix aventura:
-Muy sabroso.

La escena histórica: según Urerzo y Goscini, Julio César no moriría asesinado por Bruto (el cual aparece al comienzo de la película, ya apuntando maneras, donde se le ve jugando con un cuchillo en una reunión de consejeros en la que el propio César le llama la atención). Los artistas franceses le reservaban un destino más prometedor: un retiro con la reina Cleopatra.


ASTÉRIX Y LA SORPRESA DEL CÉSAR (Gaetan Brizzi, Paul Brizzi, 1985)
Los 80 fue la época más productiva de la saga, si no contamos esta última década con las producciones de carne y hueso.

La Sorpresa del César narra las peripecias de un editor, Caio Obtusus, y su afán por ofrecer al césar los juegos más espectaculares que jamás se han visto en Roma.

 Mezcla astutamente la comicidad con las aventuras e, incluso, el drama, volviéndose la trama más compleja que las anteriores producciones. Por ejemplo, la escena en la que el mendigo escucha los cánticos de la prisionera gala desde la plaza del coliseo es verdaderamente conmovedora. No cabe duda, de este modo, que el criterio de creación artística fue libre y, de nuevo, no coaccionado por el hecho de que la película fuese a ser para un público eminentemente infantil. Así, a la anterior escena se le añade otra donde un romano intenta abusar de Falbalá o esa más dramática cuando en la cárcel Falbalá y su prometido descubren que van a morir. Qué tiempos más bellos donde no se sobreprotegía al público infantil y se subyugaba el guión a chistes tipo caca-culo-pedo-pis.

La mejor viñeta. Es difícil hacer aquí una criba debido a lo minucioso y detallista de este relato. Igualmente, todo en él apunta al espectáculo final y, dentro de este marco, yo me quedo con la delirante carrera de cuadrigas.

La viñeta histórica. Quien haya viajado a Roma y haya observado el coliseo habrá sentido la curiosidad de saber por qué uno de los lados está en ruinas (como la mayor parte de los edificios de la época en la ciudad). Los guionistas apuntaron a un descontrolado Obélix en un delirio de amor.


ASTÉRIX EN BRETAÑA (Pino Van Lansweerde, 1986)
Es una de las adaptaciones más recordadas… y de los más divertidas debido a la cantidad de gags que colman el metraje en su totalidad, la mayoría describiendo a los bretones, a caballo entre sus raíces germánicas y el espíritu inglés tal y como hoy lo conocemos.

-La victoria es segura, oh César. Conquistaremos rápidamente esa pequeña Bretaña.
-¡Esa gran Bretaña! Los bretones son gente valiente. Para ellos como para nosotros hoy será un gran día.

En esta ocasión, Astérix, Obélix y un polizón (Idéfix) se unen a otro pueblo en vías de ser “colonizado”: los bretones. Será con el personaje de Buentórax, como guía turístico, con el que los galos se adentran en un punto de inflexión de la cultura bretona.

La película, así como el cómic, se hayan plagados de gags que se ríen de las costumbres inglesas, “bárbaras” para los romanos y, sin duda, absurdas para los espectadores, de parar el combate a las cinco, por ser la hora del (futuro) té o, también, cerrar por fin de semana en plena campaña contra los romanos.

La mejor viñeta: la escena de los soldados romanos buscando (disciplinadamente) la poción entre largas filas de barriles de vino no tiene desperdicio.

La viñeta histórica: La explicación del origen de la cultura del té en Gran Bretaña fue sumamente fortuita, según Uderzo y Goscini: el té sirvió como fórmula sustitutiva, o placebo, si se prefiere, de la legendaria poción mágica. Hasta entonces los bretones sólo bebían agua caliente, algunos de ellos, eso sí, la acompañaban un unas gotitas de limón.


ASTÉRIX Y EL GOLPE DEL MENHIR (Philippe Grimond, 1989)
El Golpe del Menhir es la película de las ambigüedades en la saga. Por un lado, se le ha tachado de sosa, aburrida y sin gracia. Por otro lado, la película cuenta con su propio público, el cual defiende la atmósfera surrealista que tiene la cinta, su originalidad y lo delirante de su trama que la convierte en una verdadera rareza.

Toda la trama transcurre en la aldea y en los bosques de alrededor. Los colores y los tonos cobran más importancia que en cualquier otra película: estos contribuyen a crear la atmósfera bucólica y casi alucinógena del bosque, la atmósfera gris y amenazante de la tormenta, la atmósfera fantasmal del pueblo galo, donde parece cernirse una terrible maldición…

¿Qué ocurre, entonces, en el pueblo galo? ¿De dónde sale esa niebla tan siniestra? ¿Qué son esas explosiones? ¿Qué pasa en el bosque, que todos los aldeanos visitan frecuentemente y de uno en uno? ¿Por qué están tan tranquilos los romanos? Y, en medio de todo, uno de los personajes más originales de toda la saga: el misterioso adivino Prolix, un oscuro Fu Manchu francés.

La mejor viñeta: quizás la escena más surrealista y pasada de rosca es aquella en la que un soldado romano se introduce en la aldea y cae en manos de un Panoramix, que ha perdido la razón por culpa del golpe de un menhir…


ASTÉRIX EN AMÉRICA (German Hann, 1994)
“Allá por el año 48 AC todo el mundo creía que la Tierra era plana como una pizza. Justo en el medio, donde convergen las anchoas, se hallaba Roma. Y Julio César era el pez gordo. Julio César, caminó por el mundo como un coloso y su descomunal sandalia cayó justo encima de la Galia. Pero en su sandalia había una piedrecita que retrasaba el camino hacia la victoria: una aldea de irreductibles galos que tenía las agallas de desafiar a las legiones del César. Los aldeanos sólo temían una cosa: que el cielo se les cayese sobre la cabeza”.

Original y alegórico comienzo modificado sobre el original (que ya todos tenemos interiorizado) por un buen propósito: servir de punto de partida para explorar nuevos horizontes (y nunca mejor dicho) dentro de los ya típicos escenarios coloniales del cómic.

Esta es una producción más típica de los años 90, con su parte musical, sus efectos especiales y su ritmo diferente que, pese a los medios invertidos, baja en calidad respecto a las anteriores. Basada libremente en el álbum “La Gran Travesía”, se trata de una de sus adaptaciones más criticadas pese a las originales ideas con la que la película se va construyendo.

La mejor viñeta: Obelix fumando la pipa de la paz.

La viñeta histórica: Después de que los romanos catapulten al druida y Astérix y Obelix salgan detrás de él, dan con un nuevo continente: América. Se puede decir que antes de Colón (quince siglos antes) unos Europeos ya habían visitado esas tierras (de forma más pacífica, eso sí). El cómic posee muchas más referencias a lo que sería el país de Estados Unidos siglos más tarde (como la estatua de la libertad o las estrellas de su bandera), sin embargo (y quizás un motivo más de devaluación con respecto al cómic) la película pierde muchas de estas referencias por el camino. De las referencias que no se pierden, yo destaco, sin duda, la referencia al monte Rushmore, otrora representación de jefes indios americanos.


ASTÉRIX Y LOS VIKINGOS (Stefan Fjeldmark, Jesper Moller, 2006)
Después de la visita de los galos a las Indias occidentales, hubo que esperar nada menos que 12 años para poder ver una nueva entrega de la saga en formato de dibujos, quizás en parte debido a que a finales de los 90 (en 1999, para ser exactos) la saga pasó a una nueva dimensión al convertir a sus personajes de animación en personas de carne y hueso con Astérix contra el César. En cualquier caso, el paso del tiempo también dio lugar a nuevos gráficos, nueva fotografía y nuevas técnicas de animación que se aprovecharon para esta nueva entrega.

Decepcionante fue: mientras que la mayor parte de su producción anterior (insisto, sin contar las películas con actores de carne y hueso) permanece a día de hoy completamente atemporal, el metraje de ésta empantana todo su interés en un incomprensible deseo de actualizar los chistes: una paloma llamada SMS, una vikinga obsesionada con los muebles que atiende al nombre de Ikea y, en la ya celebérrima lucha del herrero contra el pescadero, el primero se refiere al pescado del segundo en términos de “arma biológica”.

 Por si fuera poco, los personajes principales (Astérix y Obélix) pasan a ser secundarios y la banda sonora deja de sonar como en antaño para modernizarse con una “sountrack”.



ASTÉRIX Y LA RESIDENCIA DE LOS DIOSES (Louis Clichy, Alexandre Astier, 2014)
La última entrega de Astérix, que se hizo esperar otros ocho años, mereció la pena.

Con su original prólogo, sin duda hecho para introducir su animación 3D, se devuelve a la saga el frescor y la originalidad atemporal de sus bromas y sketches tradicionales. Desde luego, el blanco de sus chistes son los romanos, pero el alcance y la magnitud de esta salpican a nuestra sociedad actual. Además cuenta con una buena animación ya más encaminada a lo que hoy por hoy sería Dreamworks y hasta Pixar.

Cuando salió a la palestra, alguien dijo que pretendía contestar a la pregunta de los Monty Pyton de ¿Qué han hecho los romanos por nosotros? pero con un toque irreverente, desenfadado y divertido.
Si hubiese que esperar otros ocho años para ver una cinta de Astérix de esta calidad, la espera habría merecido la pena: así, ninguna generación se olvidaría nunca de la genialidad de Uderzo y Goscini.

La mejor viñeta:
-¿Sabéis qué pasa?
-No, no vemos nada.
-Bueno, vamos a intentar dormir.
-De todos modos, nunca será peor que en Roma…
Cuando los galos intentan sabotear las noches de paz de los residentes de la Residencia de los Dioses para obligarlos a marchar y, por más que lo intentan, (ruidos, olores…) no consiguen nunca superar la mala calidad de vida de Roma.

LAS PELÍCULAS DE CARNE Y HUESO

Pese a ser un fuerte detractor de las mismas, no consigo ignorarlas por completo en mi artículo y sugiero, a continuación, unas cuantas razones para no verlas.

En primer lugar, pierden la personalidad y el carisma que habían conservado (más o menos intacto) sus adaptaciones en dibujos con respecto a los álbumes. Los personajes de carne y hueso caen en el primer error: convertirse en personajes sórdidos y grotescos que incurren minuto tras minuto en la autoparodia.

Así, la dulce Falbalá pierde la delicadeza y la ternura de una joven de provincias para convertirse en una top-model, reclamo indiscutible para ir a ver el film. Astérix, por otro lado, pierde la elegancia y calma inicial y gana en chulería. Obélix parece un verdadero gañán, lejos del personaje noble y bonachón que llenaba las páginas de los cómics de ternura. Y, para ser sinceros, es el personaje mejor adaptado: no me imagino el día en que Gerard Depardieu abandone el proyecto.

En realidad, con la primera película (Astérix y Obélix contra César) hasta el espectador más curioso perdió la intriga de saber cómo serían los personajes interpretados por personas (como ya ocurrió en 2003 a Javier Fesser con La Gran Aventura de Mortadelo y Filemón que, para mi gusto, salió mejor parada). El reto estaba en qué diseño de producción idear para resolver todos los desafíos técnicos que sobre el papel funcionaban pero que con actores reales la cosa cambiaría.

A partir de la primera, y con el tiempo, las producciones incluso fueron bajando de nivel: desde la innecesaria Astérix y Obélix: misión Cleopatra (2002), copia absoluta de la de animación, hasta la más reciente Astérix y Obélix al servicio de su majestad. En esta, al parecer, no terminan de comprender que ciertos chistes, calcados de los originales, pierden toda la gracia cuando se ven con actores y que tratar de imitar ciertas cosas (como una cabecera de James Bond) es sumamente patético y hace pensar que a uno lo toman por tonto. Además, sobre esta y su producción anterior Astérix y Obélix en los Juegos Olímpicos, cabe destacar la bajísima calidad de producción, cutre, diría yo, que impregna la pantalla. En esta, el cameo de Santiago Segura sin duda serviría vilmente para atraer a los espectadores españoles. Sólo para fans incondicionales.


En definitiva: las películas de carne y hueso son una disciplina distinta a la animación y en el salto entre una y otra han caído al abismo muchísimas cualidades de las que hacían, tanto los cómics como las películas de animación, unos ratos inolvidables. El resultado: cada nueva entrega está peor valorada que la anterior por público y crítica. Véanse las fuentes: Filmaffinity, IMDB, Rotten Tomatoes…

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