Me resulta muy difícil seguir publicando en el blog sin hacer auque sea la más nimia referencia al cine húngaro contemporáneo como uno de los más escatológicos e interesantes del panorama europeo actual. Entre los directores más influyentes encontramos a György Pálfi, cuya reducida filmografía vamos hoy a analizar, y al consagrado Béla Tarr (Sátántangó, Armonías de Werckmeinster), entre otros muchos que han llevado al cine húngaro hasta umbrales que el cine francés nunca se atrevió a traspasar.
Sea como sea, cine que no deja indiferente a nadie.
PRIMERA PARADA: HUKKLE (HIPO) (2003) VIDA, MUERTE E HIPO
Las mejores películas son las que más hablan con imágenes y menos palabras.
Ningún ser vivo está a salvo en este pueblo: ni los vecinos ni los animales, que también parecen estar compinchados en esta demencia rural. Y hasta las plantas juegan su papel en la obra.
Y, mientras tanto, el hipo va marcando el ritmo del film...
SEGUNDA PARADA: TAXIDERMIA (2006) GUERRA, GULA Y ARTE
Los valores en taxidermia son los adecuados. No obstante el modo de exposición de los mismos resulta tan poco ortodoxo que resulta difícil convencer a alguien (desde un punto de vista moral) para ir al cine a verla. Y pese a todo, la película supura en poesía por todos sus poros. Las imágenes y la fotografía atraen y repulsan a partes iguales.
El film enhebra la historia de tres generaciones diferentes de una familia establecida en Europa del este desde la segunda guerra mundial (el abuelo) hasta la caída del comunismo y el ascenso del capitalismo bien reflejado, por otra parte, en la historia del nieto. Entre medias, el padre pretende dar una imagen de “deportista de élite” si comer hasta reventar se puede considerar “deporte”.
La excelente toma circular o cíclica de la fanega que es utilizada por las tres generaciones para tareas muy distintas ofrece una crucial ayuda en el entendimiento del film y sus valores, así como la escena de la compra que el hijo realiza en el supermercado.
Finalmente, el estilo desarrollado por Pálfi en sus películas se circunscribe a la perfección en la escena cinematográfica europea que corresponde a los mundos bellos y bizarros. Mundos que fueron, por otra parte, construidos artesanalmente como en antaño hicieron los pioneros Méliès o Segundo de Chomón por otros más actuales como los checos Jan Svankmajer y Karel Zeman o el ya mencionado director húngaro Béla Tarr.
Un puente visceral entre la tradición y la cultura subversiva.
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