A lo largo
del casi inabarcable territorio de Estados Unidos (rozando el atributo de
continente) existen mil historias que han contribuido a generar la personalidad
multicultural propia del país. En este artículo nos centramos en uno de sus
medios: el rural, en contraposición con el urbano, muy explorado ya por
directores como Woody Allen.
Filmar el
medio rural supone acercarse más al naturalismo y al expresionismo pictórico
que a lo abstracto y cubista de lo urbano.
Nota del autor: por la extensión de
este artículo, he acabado por dividirlo en varias entradas que iré publicando a
lo largo de este año. Dentro de ella, a su vez, he subclasificado las películas
por los siguientes temas:
Crímenes
Road Movies
América
Racista
Desarraigo y
Éxodo
Transformación
del Medio Rural
Amores
imposibles
Las series
de TV
Hoy
comenzaremos con el primero y más largo subapartado.
CRÍMENES
FARGO
(MINNESOTA)
“Mucho puede
ocurrir en medio de la nada”.
Una serie de
errores encadenados hacen que lo que en principio parecía un plan sencillo y
brillantemente elaborado se venga sobre las cabezas de quienes lo urdieron y
vayan dejando un rastro de sangre en un paisaje de nieve blanco e inmaculado.
En este
cuadro, la única que demuestra hacer su trabajo decente y honradamente es la
sheriff del condado, una pre-mamá que sermonea a los criminales como si fuesen
sus hijos.
El sello de
los Cohen resalta durante toda la película: humor negro, situaciones que rozan
lo absurdo y violencia.
El original
argumento de esta película acabaría por convertirse en el común denominador de
una serie de películas que surgieron después intentando participar del éxito
que tuvo esta: crímenes cometidos por gente con poco talento para ello, por
“paletos de pueblo”.
UN PLAN
SENCILLO (?)
“A veces la
gente buena hace cosas malas”.
Dos años
después de Fargo (1996), se estrenó
esta película basada, a su vez, en una novela de 1993. Tuvo la mala suerte de
vivir a la sombra de la película de los Coen. Algo así como lo que le pasó a la
Blancanieves de Pablo Berger (2012) con
The Artist.
Pese a esto
y al hecho de no haber sido dotada del toque de los Coen, la película ilustra
muy bien lo que se refleja en su predecesora y, con el tiempo, aún no se puede
decir que se nota el paso de los años sobre ella. Es más, se podría decir que
las dos se complementan: la corrupción que trae el dinero, la metáfora del
frío, el hielo y los cuervos acechando, así como el retrato de los errores
humanos que resulta casi compasivo.
El personaje
cúspide de esta historia que bebe de fuentes Shakespearianas es el de Bridget
Fonda, una mujer que empuja a su marido a tomar las decisiones más
catastróficas de la película (personaje que volvería a aparecer en la segunda
temporada de la serie de televisión de Fargo).
Por último, un pequeño guiño por cuenta de la casa a Juego de Tronos: canción
de hielo y fuego… con festín de cuervos incluido.
AFLICCIÓN
(?)
Esta película
de 1997 parece cerrar la trilogía que empezaron las dos anteriores: un ciclo
sobre la estupidez del ser humano en un marco de nieve y frío infinito.
La sobriedad
con la que se relata la historia es paralela al medio invernal por el que se
mueven los personajes torpemente. El sheriff Wade Whitehouse ha de resolver un
crimen mientras ve cómo su vida se desmorona a su alrededor. Una nueva vuelta
de tuerca al ya iniciado tópico de la pérdida de control sobre la situación.
CUT BANK
(MONTANA)
Esta
película de 2014, con claras referencias y homenajes a las anteriormente
citadas, es nuestro ejemplo más contemporáneo dentro de esta categoría. Sin
aportar ya nada nuevo a lo que hemos visto, el visionado de esta cinta merece
la pena.
Cut Bank se
anuncia como el pueblo más frío de los Estados Unidos. Se encuentra en las
llanuras al este de las Rocosas, pero nunca veremos ni un solo copo de nieve.
La historia se desarrolla en primavera y los personajes parecen disfrutar de un
tiempo idílico donde las flores y los colores se encuentran en un punto de
explosión cromática. Un momento perfectamente aprovechado por una notable
fotografía.
Entre uno de
esos campos de flores el mecánico local, que sueña con irse del pueblo para
siempre, y su novia, una joven que sueña con ganar un concurso de belleza, son
testigos de un crimen. A partir de ahí se van sucediendo los errores y los
extraños personajes, uno de los puntos fuertes de esta película.
UNA HISTORIA
DE VIOLENCIA (INDIANA)
Una historia de Violencia (2005) fue la película rematadamente
entretenida de Cronenberg que nos hizo olvidar durante 90 minutos que Viggo
Mortensen había sido Aragorn tan solo dos años antes.
Una historia de violencia es una cinta que ralla en la
temática del cine negro en su uso de la carga del pasado: Tom Stall vive una
vida apacible con su familia en un pequeño y discreto pueblo de Indiana donde,
como en Fargo, nunca ocurre nada. Pero un día dicha tranquilidad se rompe
cuando, accidentalmente, se convierte en héroe local. A raíz de esto recibe una
visita de alguien que dice conocer su verdadero pasado…
Si Fargo (y sus imitadoras) repetían
leitmotiv de que las acciones del presente repercuten al futuro, Una historia verdadera hace un uso del
crimen más enfocado al pasado y su efecto con el presente, como en cualquier
película noir. Por último, y como no podría ser de otra manera con su director,
David Cronenberg, la cinta nos enseña una última lección: la violencia engendra
violencia, y esto es un círculo vicioso del que es muy difícil salir.
Como
curiosidad, William Hurt logró una nominación al Oscar al mejor Actor de
reparto por su contundente aparición de tan solo 10 minutos.
ÚNICO
TESTIGO (PENNSYLVANIA)
Un motivo
más en el subgénero de vida rural es la descripción de la vida de las minorías
religiosas. Las regiones rurales de Estados Unidos albergan un gran número de
religiones con estilos de vida muy distintos entre ellas. Y una de las religiones
más peculiares, sin duda, son los amish.
La historia
que narra la película se centra en dicho contraste de culturas: cuando Samuel
Lap, un niño de la comunidad amish, viaja por primera vez a Philadelphia,
presencia por casualidad un brutal asesinato. A partir de ahí, el niño se
convierte en el testigo de cargo poniéndose en el punto de mira de delincuentes
y corruptos a los que su religión es completamente ajena.
Se trata de
un thriller correcto aunque quizás algo lento. Cinta con la que el australiano Peter
Weir hizo su primera incursión en América: una película de encargo que recibió
dos Oscar de la Academia (guión y montaje) y ocho nominaciones.
LONE STAR
(TEXAS)
Las palabras
“Lone Star” (literalmente, estrella solitaria) abarcan en la cultura americana
numerosos significados: lone star es la solitaria estrella de la bandera
texana, también es un pueblo de apenas dos mil habitantes en el desierto de
Texas o, por qué no, una solitaria insignia de sheriff (que tiene forma de
estrella, como seguro sabréis) enterrada en el polvo del desierto.
Quizás todas
estas imágenes combinen a la perfección en esta película, el Twin Peaks
tex-mex. Lone Star es como una
producción poscolonial: el estudio sociológico de un conjunto de personajes de
diversos orígenes (blancos, hispanos, negros…) que conviven en un pueblo de
Texas cercano a la frontera con México y cuyas vidas convergen por culpa de una investigación policial.
Todo
comienza, como en la serie de Lynch, con el descubrimiento de un cadáver, esta
vez en el desierto. Dicho hallazgo no es más que la excusa que el sheriff
necesita para comenzar a excavar en el presente y pasado de su pueblo y de sus
habitantes afanados en reescribir su historia y abrirse paso al futuro.
LA NOCHE DEL
CAZADOR (?)
En toda la
carrera del genial Charles Laughton, desde los años 30 hasta principios de los
60, sólo se puso detrás de las cámaras una única vez, en 1955, para dirigir
esta obra maestra prácticamente perfecta en todo.
La noche del cazador surge como un perfecto cuento de hadas:
unos Hansel y Gretel americanos que tienen la desdicha de dar con un psicópata,
un escalofriante Roert Mitchum que anda detrás de un botín que el difunto padre
de los niños les dejó en herencia enterrado en algún lugar.
La
caracterización de Mitchum como depredador en la noche es inolvidable y ha
permanecido en la memoria del espectador durante décadas con sus tatuajes de
LOVE y HATE en sus manos y su sombrero negro de ala ancha como si se tratase de
una aureola espectral.
La
fotografía y la iluminación, junto con las canciones que los protagonistas
tatarean, contribuyen aún más a crear esa ambientación definitiva a caballo
entre fábula, sueño y pesadilla. La escena de la persecución y huída río abajo
con la extraña fauna de los pantanos es, de todos, el momento álgido de este
portento visual cercano, en este aspecto, al expresionismo alemán.
“Este mundo
no está hecho para los niños”.
Como
anécdota, muchos cuentan que la realización de La noche del cazador fue la canalización de la frustración del director
(Laughton) por no haber podido tener hijos.
MALAS
TIERRAS (DAKOTA DEL SUR)
Algunos de
los relatos más preciosistas sobre el entorno rural de los Estados Unidos nos
los ha ofrecido Terrence Malick, el director de El árbol de la Vida.
“No negaré que
nos hemos divertido… y eso es más de lo que muchos pueden decir”.
Un joven
basurero cuya única seña de identidad es su peinado a lo James Dean conoce a
una tímida chica, Holly. Basado en un
hecho real, los dos jóvenes cometen un crimen y huyen. Entonces es cuando
aflora el brutal carisma del protagonista que, no sin razón, dice: “Siempre
quise ser un criminal. Pero nunca supe que llegaría tan lejos. Las cosas se
complican…”.
Malick
estudió en Harvard y Oxford. Más tarde sería periodista y profesor de filosofía,
actividades que se sumarían a una carrera profesional llena de virtudes y
talentos.
En esta
película crea un mundo yermo y desolado. Una planicie infinita y donde los dos
protagonistas huyen dejando tras de sí un reguero de sangre como si intentasen
borrar con ella sus huellas en el pasado así como sus identidades mediocres.
Heredera del mejor cine de John Ford (protagonista masculino irreverente,
grandes tomas, personajes planos…) la cinta, ópera prima de Malick, se alzó con
la concha de Oro en el festival internacional de San Sebastián. Al igual que el
resto de su obra, esta película tampoco está exenta, como es de esperar por un
director con formación de filósofo, de un grueso barniz moral y
existencialista.