miércoles, 31 de diciembre de 2014

Stephen King. ¿Quién dijo miedo?


En el número 80  de la revista Esquirre, Stephen King se definía a sí mismo como “el equivalente literario a un BigMac con patatas”. Será porque su obra se ha extendido por todo el mundo, por la cantidad y calidad de su corpus o por su baja calidad literaria, este símil es más que convincente y muestra a un escritor ya maduro que sabe reírse de sí mismo y aceptar el papel que le toca ocupar en la sociedad… y en nuestras bibliotecas.

Pero lo cierto es que Stephen King es el escritor por excelencia del género de terror en narrativa contemporánea para muchísimos lectores de todo el mundo y, gracias a esta popularidad, muchos han sido los directores que se han atrevido a llevar a la pantalla al Ronald McDonald de la literatura, siendo prácticamente cero el número de libros suyos que no han sido aún adaptados.



LOS MAESTROS DEL TERROR

Al ser Stephen King un maestro de la literatura de terror, no es de extrañar que sus paralelos en el cine, los maestros del cine de terror, hayan acudido en manada a buscar inspiración de sus relatos para rodar sus producciones.

El primero en adaptarlo fue Tobe Hooper, el director de La Matanza de Texas, que dirigió El Misterio de Salem’s Lot, una mini serie que, al igual que el resto de la obra de Hooper, en particular, y que la mayoría de adaptaciones de los 80 de Stephen King, en general, acabaría por envejecer. La obra original se inspiró directamente en el Drácula de Bram Stoker para narrar la historia de Ben Mears, un escritor que regresa a su tierra natal (argumento bastante recurrente del autor) con el fin de escribir su próxima novela. Cuando los vecinos comienzan a convertirse en vampiros, Mears decide investigar para llegar al origen de la epidemia. El director acudiría a las dos películas de Nosferatu (1922 y 1979) para buscar inspiración en el diseño artístico.
Imágen de la versión de Nosferatu de 1922, dirigida por Murnau
Imágen de la versión de Nosferatu de 1979, dirigida por Werner Herzog
Imágen de la adaptación de El Misterio de Salem's Lot

A Hooper le siguió George A. Romero. En 1982, el director de La Noche de los Muertos Vivientes adaptó Creepshow, una película de episodios de los cuales 3 de de 5 eran inéditos. De las dos secuelas que se hicieron, solo una más volvió a contar con historias de Stephen King.


Otro que no tardaría en adaptar fue David Cronenberg, el barón de la sangre, que se decantó por La Zona Muerta (1983), un título más alejado del terror y más cercano a la ciencia ficción, su género por excelencia. Este thriller psicológico está protagonizado por Christopher Walken en el papel de un hombre que despierta tras cinco años en coma y descubre que tiene poderes extrasensoriales. Más adelante se haría un remake en formato de serie para televisión.

Ese mismo año, John Carpenter, el director de Halloween y The Thing estrenó Christine, basándose en la historia de un coche maldito que King escribió durante su estancia en el hospital tras haber sido atropellado.


NIÑOS, PAYASOS, COCHES Y CEMENTERIOS…

Parte del éxito del autor se debe a buscar en cosas más o  menos cotidianas, como un perro, un coche o un payaso, un motivo de terror, resaltando rasgos, exagerando y creando situaciones en las que cualquier persona podría sentirse aterrorizado. Además, Stephen King tiene una serie de motivos que se suelen repetir en muchas de sus novelas (muchos de ellos sabemos, autobiográficos) como el retorno al pueblo natal, la superación de miedos y traumas, el bulling y los abusos físicos y sexuales, las drogas, el alcoholismo, la familia… y la infancia, quizás el común denominador a todos los temas anteriormente citados. Muchas de sus novelas se pueden catalogar como bildungroman o comming-of-age story, historias protagonizadas por niños en plena transición hacia su madurez.


Este es el caso de su novela más larga hasta la fecha: It (Eso). Adaptada para el cine en dos partes en 1990, se trata de un catálogo de todos los temas citados en el anterior párrafo. Aún con gusto a las producciones televisivas de los ochenta, esta larga película tiene alguna de las mejores escenas de terror sacadas de un libro de King. Podemos recordar, entre otras, la escena de lluvia en la alcantarilla con los globos o la escena de las sábanas en el tendedero… cualquiera podría provocarnos pesadillas hasta los más adultos pero, si hay algo que esta película tristemente demuestra, es que es mejor sugerir… que mostrar, pues el desenlace de cada una de las dos partes es a cual más decepcionante. Aún queda por ver cómo resuelve Cary Fukunaga, el director de Sin Nombre (2009), Jane Eyre (2011) o la serie True Detective, el remake que prepara en dos partes para el 2016 pues, por si no era ya obvio, he de subrayar que la mayor carga terrorífica de la película original recae en Tim Curry, espeluznantemente caracterizado como el payaso Pennywise, en la mejor interpretación de su carrera junto con Frank N Furter, el vampiro transexual de The Rocky Horror Picture Show.

No se queda atrás Cementerio Viviente en cuanto a recursos de terror. En cuanto a anecdotario, tampoco: el propio Stephen King hace un cameo además de firmar el guión.


Más recientemente, Frank Darabont, uno de los directores con más tablas adaptando a Stephen King, encontró en La Niebla (2007) uno de los acercamientos más complejos a su obra. Este homenaje a H. P. Lovecraft es una fábula social y política, a veces nada sutil y puede que hasta enervante por lo que al punto de vista religioso se refiere. La historia nos lleva a Maine, el estado predilecto del autor, donde una brusca tormenta trae, tras de sí, una espesa niebla que sirve como hábitat a un grupo de monstruosas criaturas. En un supermercado se refugia un nutrido grupo de pueblerinos que se afrontará los extraños acontecimientos de diferente forma. Atentos con guiño inicial de la película a una de las obras más queridas de Stephen King: La Saga de la Torre Oscura.



EL RETORCIDO MUNDO DEL ESCRITOR

Moviéndose de un lugar a otro de los Estados Unidos para promocionar sus libros, imaginamos que el escritor habrá tenido muchas vivencias, algunas de ellas cercanas al género que él mismo cultiva. Y dado su facilidad para incluir elementos autobiográficos en sus novelas, no es de extrañar que algunas de ellas estén protagonizadas por escritores. En este apartado vamos a explorar adaptaciones donde la figura del escritor afronta algún tipo de crisis.

En esta línea se circunscribe el protagonista de 1408, un desafiante y escéptico escritor de guías de terror baratas. Su fe y su razón se verán puestas a prueba en la habitación 1408 del hotel Dolphin, en Nueva York. Quizás esta figure entre las adaptaciones con la ratio de sustos más alta.


Injustamente olvidada e infravalorada está La Ventana Secreta, protagonizada por Johnny Depp cuando estaba en el mejor momento de su carrera o, para muchos “cuando aún molaba”. La historia nos muestra a un autor en un momento de sequía creativa en el que un inesperado personaje le hace una visita. De todos los géneros entre los que oscila, quizás sea “thiller” el calificativo más adecuado. El carácter autoalusivo de la obra tampoco tiene desperdicio: "lo que importa es el final, es la parte más importante de un cuento. Y este... es perfecto".

Pero una de las más “perfectas” de todas las adaptaciones que en este artículo podamos incluir es Misery, dirigida por Rob Reiner en 1990. El casting para la película fue especialmente dificultoso debido a la cantidad de actores que rechazaron el proyecto, entre otros, Anjelica Huston y Al Pacino. Pero el resultado final mereció la pena. Hoy todos recordamos a Kathy Bates en el papel de una tosca mujer que rescata a su escritor favorito de una carretera de montaña nevada, donde había sufrido un accidente de coche. Lo que al principio era hospitalidad, se va tornando en acoso y secuestro. Kathy Bates se llevó el oscar a la mejor interpretación femenina por delante de grandes actrices del momento, incluyendo la que originalmente rechazó el papel de Bates en Misery.


Y terminamos la sección con la joya de la corona: una historia sobre un hombre que acepta un trabajo de mantenimiento de un hotel durante el invierno, mientras este se encuentra cerrado y aislado por la nieve. Allí se traslada junto con su familia, esperando poder encontrar la tranquilidad que necesita para escribir una novela. El Resplandor fue adaptada, en primer término, por Stanley Kubrick en 1980 dando como resultado una de las cintas de terror más influyentes y recordadas de todos los tiempos. Teniendo en cuenta esto, resulta curioso que el escritor rechazase la adaptación de Kubrick pues, según afirmó, el director había ignorado los aspectos fundamentales de su obra: la disolución familiar y el alcoholismo. Curiosamente, dos de las escenas más recordadas hacen referencia a estos dos temas: la primera, la cabeza de Jack Torrance (Jack Nicholson) emergiendo por la rotura de la puerta e intentando agredir a su mujer. La segunda, la escena donde unos fantasmas se aparecen a Jack en el bar del hotel.

Con el tiempo, Stephen King acabó por reconocer el valor de la película. Sin embargo, en 1997 se estrenó un remake más cercano a la concepción inicial del autor y que fue bautizado como El Resplandor de Stephen King.



SAGAS, SERIES Y SERIALES


Obviando la ya mencionada saga de Creepshow, no podemos pasar por alto a Los Chicos del Maíz, una obra tan influyente como pésima. El relato narra la historia de una pareja que va a parar a un pueblo habitado tan solo por niños donde han desarrollado un extraño culto. Se trata de la adaptación de un cuento de En el Umbral de la Noche, una de las mejores recopilaciones del autor, que poco honor hace al nivel de dicho volumen. Pese a ello, la película cuenta nada menos que con seis secuelas que no logran, ni por asomo, equiparar el patético listón que dejó la original. Pero si el argumento os ha dejado con las ganas de ver algo igual o parecido, no dejéis de ver El Pueblo de los Malditos, un clásico inglés de los años 60, o la inquietante ¿Quién Puede Matar a un Niño?, la obra maestra de Chicho Ibáñez Serrador, estrenada tan solo dos años antes de que se publicara el libro de King. Pese a que se ha hablado, en muchas ocasiones, de plagio, lo que sí que es cierto es que el enfoque de cada uno de los autores sobre el planteamiento original es claramente diferente: mientras Stephen King se centra en la religión, Ibáñez Serrador se centra en la venganza social y generacional, como las imágenes de archivo del comienzo de la película dejan ver.

El desarrollo de la obra de King ha coincidido con el auge de la televisión en los años setenta y ochenta, por lo que una buena parte de su obra se produjo directamente para televisión en formato de película o seriales. Además, debemos destacar las colaboraciones como guionista, particularmente el guión que escribió para un episodio de la quinta temporada de la exitosa serie de televisión Expediente X. El capítulo, escrito junto con Chris Carter, el creador de la serie, fue uno de los peores de la temporada que, por otro lado, a día de hoy está considerada una de las cimas de la serie. “Chinga”, así se llamó, trata sobre una niña autista y su muñeca presuntamente objeto de algún tipo de poder maligno.


Tampoco podemos olvidar el remake Hotel Kingdom (2004), cuyo guión firmó King en colaboración con Lars Von Trier en una de las uniones más frikis de la historia de la televisión. Esta producción, por supuesto, no pudo mejorar la que diez años antes había filmado el director danés.

La Cúpula (2013), por último, es la más reciente de las producciones televisivas en nuestra lista. Cuenta con muchos ingredientes del mejor King, incluido lo siniestro. Pese a todo no llegó a convencer por completo al público que, en su estreno, se mostró menos unánime que la crítica.


¿QUIÉN DIJO MIEDO?

Hace unos años, el diario El País en su edición del Semanal publicó una entrevista a uno de los hijos escritores de Stephen King en el que remarcaba que su padre no era “solo un escritor de obras de terror”. Y es que esto es algo que parece que los lectores de medio mundo tienden a olvidar ya que, en realidad, King no solo ha firmado buenos relatos de terror. Y donde menos pasa desapercibido este rasgo del autor es en el cine.

Si: quizás, si lo piensan mejor, ustedes podrán recordar más películas notables o sobresalientes basadas en uno de sus libros que no sea de género.


La primera que les vendrá a la memoria, seguramente, será Cadena Perpetua (Frank Darabont, 1994). Y es que, pese a que no consiguiese ninguno de los siete oscars a los que estuvo nominada, la audiencia de medio mundo ha decidido que se encuentre, a día de hoy, en los tops de las más prestigiosas redes sociales de cine como Filmaffinity o IMDB. Es sorprendente cómo la película Cadena Perpetua ha eclipsado, incluso, a su relato original, Rita Hayworth y la redención de Shawshank, publicado en el libro Las Cuatro Estaciones y que habría de consagrar a Stephen King como autor más allá del género de terror.



Cinco años después, Frank Darabont repetiría género (drama carcelario), autor (King) y éxito con La Milla Verde, una historia bien aderezada con uno de los elementos favoritos del autor: la fantasía. La Milla Verde está protagonizada por Tom Hanks en uno de los mejores momentos de su carrera y por Michael Clarke Duncan en el papel de un misterioso y cárnico gigante negro que es acusado de haber violado y matado brutalmente a unas niñas. El resultado es una película humana y satisfactoria que resulta convincente y cargada de personajes entrañables y momentos inolvidables.

Continuando por esta senda de pequeñas joyas basadas en las obras no terroríficas de King, existe un, llamémoslo, subgénero dramático aún sin catalogar y cuyas tramas giran en torno a la relación entre un adulto y un joven. Esta fórmula se ha llevado al cine en numerosas y exitosas ocasiones. Gus Van Sant y Mel Gibson darían en el clavo con sus producciones Descubriendo a Forrester (2000) y El Hombre sin Rostro (1993), respectivamente. En cuanto a adaptaciones de Stephen King mencionaremos Verano de Corrupción (2001) y Corazones en Atlántida (1998). La última mezcla esa kármica unión entre un adulto y un niño que veíamos en El Resplandor. En Verano de Corrupción, por otro lado, King se acercaría más al terror para relatar una oscura parábola sobre los peligros de remover el pasado. Ian McKellen, en el papel de un ex militar de las SS, carga con todo el peso dramático de esta película de Brian de Palma, el director de Sospechosos Habituales. De Palma desarrolla la película con pulso pese a lo previsible de su argumento y, contra todo pronóstico, se guarda un as en la manga para un desenlace perturbador.


La adaptación de la novela The Body, una especie de Huckleberry Finn contada por Stephen King, fue llevada al cine por Rob Reiner en 1986 y dio como resultado la exitosa Cuenta Conmigo, una road movie sobre un grupo de niños que se embarca en un viaje movidos por el deseo de ver un cadáver abandonado a orillas de un río. El punto de vista de uno de ellos, marginado por su propia familia tras el deceso de su hermano mayor, sus amigos provenientes de grupos marginales, así como el enfrentamiento a un grupo de matones, nos puede recordar a It. El título original, Stand by me, está inspirado en el tema homónimo que interpretó originalmente Ben E. King y que ha sido versionada por diferentes artistas hasta la fecha. Su aire sesentero empapa los fotogramas de esta nostálgica historia narrada con soltura.


¿QUÉ HAY DE NUEVO?

Stephen King sigue con su ritmo de publicación de dos novelas por año (es lo que tienen los “buenos” contratos)… y seguro que se cocerán nuevas producciones sugeridas por su obra. Una de las noticias que ya se han anunciado es la readaptación de una de sus obras maestras, It, así como la adaptación de su saga La Torre Oscura.

De momento, según el propio escritor, sus adaptaciones favoritas son La Niebla, Cuenta Conmigo y Cadena Perpetua.

martes, 4 de noviembre de 2014

Duelo de Titanes (1): Bette Davis y Joan Crawford en "¿Qué fue de Baby Jane?".

¿Qué fue de Baby Jane? es una película que siguió la estela del éxito sembrado por una serie de cintas, entre las cuales se encuentra El Crepúsculo de los Dioses (Billy Wilder, 1950), que tienen por protagonistas a viejas y trasnochadas glorias Hollywood.

De las novedades que introdujo esta, en particular, destaca la que nos ocupa en esta sección: que en vez de ser una, fueron dos las perturbadas que regresaron del olvido a ocupar de nuevo las páginas de la prensa sensacionalista. Joan Crawford y Bette Davis interpretan en ¿Qué fue de Baby Jane? a dos hermanas esperpénticas con un oscuro pasado que se han amargado en el resentimiento y que se torturan mutuamente como personajes de guiñol.

La veracidad de este enfrentamiento interpretativo es, en parte, debida a la tirria que las dos actrices se tenían en la vida real y al empeño que ambas pusieron en avivar su odio mutuo durante el rodaje. Pese a que nunca llegaron a las manos, lo cierto es que, en una ocasión el pié de Bette impactó en la cara de Joan ante la cámara. La guerra fría que las dos actrices mantuvieron en la realidad se parecía mucho a la que las dos hermanas tenían en la ficción: una guerra por desgaste basada en la tortura psicológica y en el factor sorpresa.

Los fotogramas de esta magnífica película han acogido durante años una guerra secreta de la que solo unos cuantos espectadores bien informados tuvieron constancia. Para el resto, dicho enfrentamiento quedó oculto, como los pesos que Joan se colgó debajo de su camisón para una escena en la que Bette tenía que arrastrarla por toda la casa. Según contaba el propio equipo, Joan Crawford saboteó la escena las veces que pudo para que su amargada compañera tuviese que volver a empezar. Finalmente, Bette Davis acabó lesionada e indispuesta para retomar el rodaje durante varios días.


…and the winner is…

Bette Davis fue, sin lugar a dudas, la que más atención recibió por parte de los medios, pese ser la peor pagada de las dos y pese a que no faltaron excelentes calificativos para ambas actrices. La ironía fue que, incluso antes de haberse estrenado la película, Davis ignoraba el potencial éxito de su cinta y publicó un anuncio buscando trabajo en la revista “Variety”, hecho que no fue ignorado por Joan Crawford, que no perdió la oportunidad de hacer leña del árbol caído.



Dios aprieta, pero no ahoga. Davis recibió su tercera nominación a los Oscar por su interpretación, pero no ganó. 

miércoles, 16 de julio de 2014

Espacios Cerrados: Atrapados en el Cine

…y, de repente, uno despierta en un lugar donde nunca antes había estado y descubre que está encerrado.

Con esta premisa comienzan algunas de las películas sobre gente atrapada. El género de dichas cintas suele variar en función del efecto que se pretende, pero en su mayoría pertenecen al terror o a la ciencia ficción, ya que el ser humano, en su concepción, no puede relacionar dicha idea con un pensamiento cómico o romántico. Quedar encerrado es un temor que ronda inconscientemente muchas mentes de seres que han nacido para ser libres y, por lo tanto, agudizan los sentidos (y sentimientos) de quienes lo sufren: soledad y dudas sobre la realidad, la existencia y la identidad son temas que este tipo de cine explora.

Todo este catálogo de abstracciones metafísicas fue relacionado con las matemáticas en la película Cube (1969), de Jim Henson así como en su remarcable remake dirigido en 1997 por Vincenzo Natali. En ellas, un grupo de individuos de diversos ámbitos sociales despiertan en un mundo de habitaciones con forma de cubo del que deben escapar. Algunos de los habitáculos están totalmente asegurados pero otros contienen trampas mortales. Están en un universo creado, pero, a diferencia del nuestro en el que vivimos, lo importante no es averiguar quién lo creó, sino cómo escapar o, en otras palabras, cómo sobrevivir.
Abraham Maslow, en su obra Una Teoría Sobre la Motivación Humana, explicaba con una pirámide cómo el ser humano va desarrollando nuevas necesidades conforme se van cubriendo las básicas. Pero los habitantes del cubo aún no han resuelto lo fundamental: su supervivencia y libertad.
Uno que si que consiguió tal libertad y que ahora anhela escalar en dicha pirámide es Min-Sik Choi, el protagonista de Oldboy (Park Chan-wook, 2003), un hombre que permaneció encerrado en una celda durante 15 años sin saber por qué. Un día, Choi es puesto en libertad sin tan siquiera recibir explicaciones. Entonces es cuando el hombre reanuda su ascenso a la pirámide y comienza a investigar quién y por qué lo retuvo durante tanto tiempo. La obra capital de Park Chan-wook es una pieza trágica en toda regla. Al igual que Edipo firma su sentencia al querer saber más, el protagonista de Oldboy repite el error que precipita la tragedia. Los tintes incestuosos que envuelven la tragedia de Sófocles salpican la película del realizador surcoreano que brinda así su “bello” homenaje al clásico griego.
Otro acercamiento al tema del aislamiento y los espacios cerrados lo encontramos en El Ángel Exterminador (Luis Buñuel, 1962). La burguesía, para Buñuel, era una clase social cerrada, endogámica, con una mentalidad muy primitiva y poco formada culturalmente que solía desembocar en la paranoia y el delirio, de ahí el corte surrealista de la cinta. El Ángel Exterminador es un ejemplo de la degradación de las clases sociales que se encierran en sí mismas llevado a la práctica de una forma brutalmente literal: después de una copiosa cena, los ilustres invitados descubren que no pueden abandonar la casa, viéndose obligados a permanecer en el interior. Yéndonos al plano histórico y biológico del ser humano, no pocas casas reales han dado al mundo descendientes con deficiencias tanto físicas como mentales por su endogamia. El hijo bastardo del conde de Gloucester en King Lear, de William Shakespeare, incitaba a la oxigenación de la familia como motivo para optar al cargo en detrimento de los herederos legítimos.

En el cine infantil, por otro lado, el síndrome de Peter Pan puede ser interpretado como un espacio cerrado, el doméstico, el imaginario, del que un niño debe liberarse si quiere hacerse mayor. Dentro del Laberinto (Jim Henson, 1983) narra la historia de una niña que se ve obligada a abandonar el hogar y afrontar la realidad, la cual se presenta, para ella, distorsionada, en la que nada es lo que parece y muy poco tiene que ver con lo que ella tenía preconcebido.
Volviendo al cine de adultos, uno de los hitos españoles por excelencia de los años 70 fue La Cabina, dirigida por Antonio Mercero y en la que muchos quisieron leer una metáfora sobre el régimen franquista, que en aquellos momentos (1972) andaba dando sus últimos coletazos. José Luis López Vázquez se pone en la piel de un hombre que queda atrapado en una cabina de teléfono y que se ve incapacitado, curiosa ironía, para comunicarse con el exterior. Esta anécdota convertida en pesadilla conecta directamente con nuestros temores más primitivos: la incomprensión, el fracaso de la comunicación o, incluso, la desesperanza de la sociedad actual. Algo parecido sufriría Ryan Rynolds en Buried (Enterrado, 2010) de Rodrigo Cortés, pero esta vez con verdaderos motivos para preocuparse: en el trasfondo, el conflicto civil armado en Irak.
Por último, cuando hablamos de personas atrapadas, encerradas, no podemos evitar pensar en una recurrente metáfora: esa de la araña y su presa. En el cine, en la mayoría de los casos, la imagen de la araña se traduce en un psicópata. Podemos pensar en El Silencio de los Corderos, Saw, Misery o El Coleccionista, entre otras muchas películas ciertamente turbadoras y recomendables.

sábado, 7 de junio de 2014

Cine en páginas: vol. 7, 8 y 9.

Cuando hablamos de cine, hablamos de imagen. Jordi Balló es profesor de Comunicación Audiovisual en la Universidad Pompeu Fabra. Además es  director de exposiciones en el centro CCCB de Barcelona y ha publicado varios libros relacionados con el cine y el estudio de la imagen. Hoy dedicamos entrada cinefilo-literaria a Jordi Balló, un muy reseñable estudioso de la materia que nos ocupa en este blog.


LA SEMILLA INMORTAL. LOS ARGUMENTOS UNIVERSALES EN EL CINE
Autor: Jordi Balló y Xavier Pérez
Editorial: Anagrama
De los tres libros que hoy proponemos, para mí, este es el imprescindible. Los autores exploran el origen y la evolución de los argumentos universales de la creación literaria y, por extensión, cinematográfica. El libro se divide en capítulos y a cada capítulo corresponde un argumento temático (por ejemplo, “el retorno al hogar”, “el amor redentor”, “el seductor infatigable”, “el pacto con el demonio” o “la creación de vida artificial”) y cada tema, a su vez, se divide en una serie de subapartados que exploran cada una de las facetas, claves y secretos de estos argumentos de un modo multidisciplinar e historiográfico.
Imprescindible para los que saben entender el cine como un concepto multidimensional y polifacético.


IMÁGENES DEL SILENCIO. LOS MOTIVOS UNIVERSALES DEL CINE
Autor: Jordi Balló
Editorial: Anagrama
En esta ocasión como único autor, Balló nos ofrece una especie de continuación del libro anterior utilizando las estructuras y el tratamiento de la información de dicho trabajo y centrándose, esta vez, en la imagen, elemento clave en el entendimiento del cine.
Si bien en La Semilla Inmortal el argumento podía explorar de igual modo el arte de la literatura y del cine, en esta ocasión Balló se sirve de un elemento puramente cinematográfico. Balló intenta demostrar el poder simbólico de recurrentes imágenes como “la mujer en la ventana” o “la mujer ante el espejo” a través de reflexiones sobre el proceso de creación de ideas y temas más profundos. Además intenta explicar, como ya lo hacía anteriormente, por qué esas imágenes están fijas en nuestra memoria como si fuesen iconos universales de algo.
Otros capítulos del libro son: “La Piedad”, “El Pensador”, “Las Escaleras” o “Bajo la lluvia”.

YO YA HE ESTADO AHÍ. FICCIONES DE REPETICIÓN
Autor: Jordi Balló y Xavier Pérez
Editorial: Anagrama
Balló regresó con Pérez para la publicación de este libro sobre las repeticiones seriales.
Se trata de un libro más complejo que los anteriores, pues trata temas más abstractos como “la vida errática”, “la crisis de la identidad”, “los infiernos autodestructivos” o ”el ciclo del amor”. Un estudio multidisciplinario y policromático donde lo que interesa no es el tema, como en las dos pasadas producciones, sino cómo las ideas son estructuradas y presentadas al espectador. Desde esta perspectiva también aborda cánones como las series, sagas y los remakes, entre otros.




martes, 22 de abril de 2014

Amar en tiempos revueltos

Nuestra primera historia comienza así:

“El individualismo romántico está muerto.  La historia lo ha destruido”.

Yuri Zhivago es médico y escritor cuyos poemas no tienen cabida en el escenario de una nueva Rusia que se transforma rápidamente. En la revolución no existe el individuo, inmortalmente representado a través de la poesía. Los sentimientos individuales a nadie les importan ante la perspectiva de una Rusia grande, fuerte y unida. Y se pretende que, la historia de amor que se narra en esta película a lo largo de 200 maravillosos minutos, tampoco lo tenga.
Al contrario que el gran Lawrence de Arabia, Yuri Zhivago no es un héroe. Es un hombre tranquilo y dócil que, mientras el mundo cae en ruinas a su alrededor, él se pasa las horas mirando, simbólicamente, por la ventana. Mirando como el mundo cambia sin que él haga nada por ello. Ni siquiera en su propia historia, un triángulo amoroso entre el que se debate, es capaz de tomar una decisión. Zhivago es arrastrado por el país, dejándose llevar, desapareciendo y reapareciendo entre las olas de sangre e injusticias, desencantos y horror. Sus poemas no interesaban en una época tan convulsa; y su historia de amor tampoco.
Como apunte cómico resaltar el momento en el que Zhivago se ve obligado a marchar en tren hacia occidente. En él darán con un hombre obligado a trabajos forzados que se define como “intelectual”. Y a la voz de un funcionario que le dice “¡Cállate, intelectual!” él responde: “Cállate tú, lacayo”  y a la voz de “¡Viva la revolución!” responde: “¡Viva la anarquía! ¡Lameculos, burócrata!”. Así, se proclama el único hombre libre del tren, el resto, mero rebaño.

*** 

Para nuestra segunda historia viajaremos hasta Venecia, a principios del siglo XX.

Un compositor alemán en edad madura llamado Gustav Aschenbach viaja a la ciudad italiana para recuperarse de una crisis nerviosa. Se hospeda en un hotel donde entra en contacto con una noble polaca con sus hijos y criados. Su hijo Tadzio llama la atención de Aschenbach. Es un chico pálido y delicado, con largos cabellos rubios que parecen aludir o quizás profetizar alguna tragedia griega.
Él ha despertado en el compositor una admiración apasionada que acabará por apoderarse de él por completo, mientras una ola de cólera se propaga por la ciudad.

Los elementos de nuestra tragedia son claros y la cámara de Visconti retrata elegantemente la locura de un hombre en una ciudad invadida por la muerte.

La música que acompaña y la fotografía captan la atmósfera sensual, morbosa y trágica que emana de todos los rincones de la pestilente ciudad. En cada rincón se respira paz, la paz y la tranquilidad que preceden a la tragedia.
Pero lo que desencadena la tragedia es, en realidad, la música del propio compositor protagonista de la película: su frustración familiar, sexual y su frustración como músico empañan el tono de la obra. Su música nace muerta. Pero cuando Aschenbach reconoce su deseo, ya es demasiado tarde, pues él es ya un hombre envejecido con un cuerpo caduco, ha dejado escapar al chico joven y ve, al fin, la ciudad arrasada por la muerte y él en el centro de la misma.

***

Concluimos nuestra historia viajando, como Zhivago, en dirección oeste, hasta los Estados Unidos. Allí nos encontramos a Jay Gatsby, en los años del modernismo americano.

Nick es un joven veterano de guerra que acaba en Long Island donde espera reposar y recuperarse de los horrores de la guerra. Desde su casa llegan a sus oídos los ruidos de las incesantes fiestas de un vecino suyo, un personaje misterioso al que todo el mundo parece fascinar pero que nadie ha visto nunca en persona. Un día, en una de sus fiestas, Nick descubre al enigmático personaje del cual acaba convirtiéndose en su escudero e iniciando una quijotesca cruzada para recuperar un amor que años atrás dejó escapar.
Gatsby encarna el sueño americano. Él conquista su objetivo, completamente idealizado, inventando una gran mentira. El sueño es una gran mentira y junto con su artífice reflejan la situación social que prosiguieron a los años 20: una década marcada por la irresponsabilidad y carencia de valores que dio lugar a una sociedad trasnochada, en la cual no había cabida para el sueño americano.
La versión cinematográfica más reciente, que tuvo un altísimo presupuesto y un gran diseño artístico, nos sumerge en este mundo de amor, lujo y abundancia (al más puro estilo de Buzz Luhrmann) el cual utiliza para destruir todos los mitos y fantasías estadounidenses. En su soberbia ironía, en su plano literario esta historia cuenta para muchos como la gran novela americana.

jueves, 27 de marzo de 2014

Fuera de Plano (3): Sacrificio Filmado


Podríamos considerar a Andrei Tarkovski un “iluminado”, si por iluminado entendemos un hombre que vivió de acuerdo a una creencia y un talento muy especial.

En una sesión de espiritismo, cuando su carrera ya estaba empezada, un difunto director de cine le profetizó el número exacto de películas que habría de hacer antes de su muerte: “cinco películas, pero todas ellas muy buenas”. La enigmática profecía se cumplió con Sacrificio, su última obra: una parábola en la que un hombre era sanado de forma milagrosa por una bruja a cambio de un sacrificio.

Este relato sobre el fin de los días estuvo relacionado, de manera no intencionada, con el final de la vida del director ruso y, especialmente, con un hecho insólito y profundamente irónico que ocurrió durante su rodaje: la bobina de la única cámara se atascó mientras una casa de madera ardía. La toma se perdió y hubo que volver a construir la casa.


Arriba podemos ver una instantánea tomada durante el rodaje de la que sería su última película, su legado cinematográfico. Una película por la que había renunciado volver a su patria, sacrificando literalmente su propia casa, su hogar, en aras de un arte que muy pocos sabían apreciar.

lunes, 10 de febrero de 2014

Estados Unidos: De la Literatura al Cine (hasta 1895)

La literatura estadounidense, sobre todo esa desarrollada hasta finales del siglo XIX, está especialmente dedicada a la aventura y a la creación de una nueva cultura que pretendía construir mitos e iconos totalmente nuevos y desvincularse de los signos y del yugo del antiguo continente. Estos mitos y leyendas que al principio se plasmaron sobre el papel y la tradición oral servirían, cómo no, al cine años más tarde para los mismos propósitos.

LOS COLONOS. EL DESCUBRIMIENTO DE UN “NUEVO MUNDO”
El nombre de John Smith es, para muchos, un icono en sí dentro de la cultura norteamericana que surge de la fundación de un país (los Estados Unidos) y que guarda una profunda relación con la literatura.
El primer John Smith fue, en realidad, un explorador del Nuevo Mundo más interesado en aumentar su riqueza que en crear un relato literario perdurable. A él le debemos el mito de Pocahontas, una historia de dudosa veracidad, pero que introdujo un elemento dramático que se popularizaría rápidamente: el choque de culturas, lo viejo y lo nuevo.

Aunque la adaptación por excelencia es el mismo filme homónimo que Disney estrenó en 1995, quizás sea “Avatar” (James Cameron, 2011) su más reciente depositario. Muchos atribuyeron a la cinta una acusadora similitud con la película de Disney. Elementos como  la preservación de la naturaleza, la moralidad, la fantasía y el descubrimiento de un nuevo mundo más allá del conocido son compartidos por ambas películas pero no por los escritos originales de Smith, el cuál buscó otro estímulo diferente en el lector. Sin embargo, las líneas idealizadas por Smith han servido de base para un relato más humano y reivindicativo. El romance entre Pocahontas y John Smith es un claro ejemplo para ilustrar esto último: si bien uno de los problemas a los que se enfrentó dicha sociedad fue la mezcla de culturas, Pocahontas y John Smith es el claro ejemplo de la universalidad de la cultura romántica.


EL NACIMIENTO DE UNA NACIÓN: LA BÚSQUEDA DE UNA NUEVA IDENTIDAD CULTURAL Y EL MITO DE LA FRONTERA.

Pese a que John Smith ignoró su posición como fenómeno literario así como su impacto en la creación de una nueva cultura, otros que vinieron después no desaprovecharon la ocasión de marcar diferencias y tratar de desvincular los lazos culturales que les unían con Reino Unido. Para ello, se esmeraron en innovar y crear un nuevo abanico de elementos, técnicas y motivos que habrían de repetirse tanto en la literatura como en el cine nacional años más tarde. Algunos de ellos desembocaron en la creación del clásico género del “Western”, que aborda en su amplio espectro iconográfico el famoso “mito de la frontera” y la guerra contra los indios.

Mientras que Washington Irving se alejaba de la nueva moda estadounidense para abrazar la cultura del Viejo Continente, otros narradores de historias como John Fenimore Cooper crearon algunas de las mejores novelas del género. “El Último Mohicano”, adaptada a la gran pantalla por Michael Mann (1992), es una de las obras que más tarde, cronológicamente, desembocaría en el Western. El Último Mohicano tiene lugar en Nueva Inglaterra, a orillas del río Hudson, recientemente ocupada por Inglaterra y en guerra contra Francia por la hegemonía del territorio. En tal situación surge el personaje del indio como enemigo, los efectos del contraste de culturas (matrimonio, alcohol y armas) así como la extinción de la cultura india con el avance incesante de los colonos. Muchos criticaron a Cooper por el tono ambiguo de su novela, ya que para algunos  el autor da a entender que las culturas nativas estaban condenadas, desde el principio, a la extinción. No obstante, Cooper encierra una reflexión melancólica y crítica hacia las culturas imperiales así como un cántico de alabanza hacia la naturaleza en toda su belleza y plenitud. En el fotograma, los dos protagonistas contemplan el horizonte, basto y lejano, como si mirasen hacia adelante en la historia o como si este horizonte representase lo que aún en aquel país emergente estaba por descubrir.


LOS ESCLAVOS: LA LECTURA Y LA ESCRITURA COMO HERRAMIENTA PARA ROMPER LAS CADENAS.

Otro de los temas más recurrentes de la literatura norteamericana del S.XIX y del cine estadounidense en general es el tema de la esclavitud. Asimismo intrínseca a la historia del país, los esclavos han sido durante mucho tiempo la embarazosa evidencia de unos valores fundacionales ambiguos e hipócritas. Olaudah Equiano, Philis Wheatley o Frederick Douglas fueron, de los muchos esclavos que utilizaron la pluma como medio de liberación y reivindicación,  los más significativos.

Pese a que muchas biografías escritas por esclavos negros han sobrevivido hasta nuestros días, no muchos realizadores han visto atractiva sus adaptaciones al cine, por lo que no existen, apenas, versiones cinematográficas de las novelas de los escritores ya mencionados.

Como alternativa, algunos directores optaron por crear sus propios héroes esclavos y narrar sus biografías, copiando elementos de las novelas existentes y haciéndolos atractivos para el gran público. Un ejemplo reciente es el de “Django Desencadenado”, dirigida en 2012 por Quentin Tarantino. Django es una sátira pero, pese a ello (o quizás gracias a ello), resulta ser un perfecto manual de todos los trucos y elementos del género. Hereditaria de la violencia y del fervor abolicionista, una vez superada esa parte de la historia, la propaganda ya resulta inútil y la violencia queda justificada como un mero recurso para el entretenimiento y, por qué no, como valor poético y simbólico. Así la escena en que el campo de algodón queda salpicado de sangre no solo resulta de una estética plástica brillante sino que, además, adquiere un tono simbólico y acusador sobre lo que realmente estaban teñidos aquellos campos.

Lars Von Trier, el deconstructor del cine clásico americano por excelencia, no perdió la oportunidad con su trilogía USA, Tierra de las Oportunidades, de denunciar con “Manderlay” (2005) la doble moral americana que siempre ha acompañado este delicado problema.

Por otro lado, los valores encerrados en estas biografías dieron lugar a uno de los géneros norteamericanos más populares y típicos: los dramas sureños, como es el caso de “Lo que el Viento se Llevó” (1939). Aquí el género adopta un tono melodramático que, en sus orígenes, pretendía justificar lo injustificable a través de individuos de diversas clases que buscan su lugar en un país cuya historia se debatía entre el sueño individual o el espíritu colectivo.

En el S. XIX en Estados Unidos, el territorio se hallaba dividido entre el norte (defensores de un sistema industrial, avanzado y liberal) y el sur (dependientes de arcaicos sistemas agrícolas y feudales). La tensión entre los distintos sistemas dio lugar a la Guerra Civil (también conocida como de “Guerra de Secesión”) en la que muchos dramas sureños están ambientados.

Aquí surge un amplio abanico de recursos que, ahora involuntariamente, sirvieron para asentar la personalidad y carácter del país. Una de las más tempranas obras maestras del cine norteamericano, “El Nacimiento de una Nación” (1915), le supuso a su director, David Wark Griffith, un aluvión de críticas por el modo en el que el Ku Klux Klan era introducido. Este es reflejado como un salvador invento al servicio de la patria sugerido, irónicamente, del juego inocente de unos niños. Pero el Nacimiento de una Nación no era más que el pistoletazo de salida de una cinematografía que se ha dedicado, a través de su historia, a justificar sus acciones (militares, imperialistas, culturales…) sirviéndose del cine como medio al igual que harían sus históricos rivales de la URSS.

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Harriet Beecher Stowe fue una escritora que dedicó su vida a la defensa de los esclavos. Su condición de mujer blanca y libre fue una de las principales causas de toda la polémica que envolvió su obra. Cuentan que cuando Abraham Lincoln la conoció, lo primero que este dijo fue: “conque tú eres la pequeña señorita que ha empezado toda esta gran guerra”. Su obra más conocida, “La Cabaña del Tío Tom”, fue una de las novelas más populares y polémicas de la historia del país. De aquí surge el peyorativo término del “Tío Tom” que hacía referencia a la clase de negro excesivamente sumiso y nada reivindicativo. Lejos de corresponderse con el personaje principal de la novela de Stowe, el tío Tom era en realidad un héroe estoico, más cerca del mártir cristiano o de lo que hoy entenderíamos por un defensor de la resistencia no violenta. En el cine, este personaje ha sido utilizado en numerosas ocasiones, ya que desde el mismo momento de su creación pasó a formar parte del imaginario colectivo americano. La adaptación a la animación de Tex Avery en 1947 estaba lejos de ser una reivindicación por los derechos de los negros, pero incluía otros valores como la vivienda y el hogar digno sobre el dinero y el afán de lucro. Otro título, “Adiós tío Tom” (1971), es un singular documental italiano sobre la esclavitud en tiempos de la Guerra Civil que se alimenta de las líneas de la novela de Stowe y de otros autobiógrafos negros. Las hipnóticas imágenes muestran la compraventa de esclavos así como su abuso, físico, psíquico y sexual que sirvieron y sirven de panfleto propagandístico. En una de sus escenas más especialmente significativas  se pone en contraste la figura de un blanco gordo y sudoroso que manosea con sus aceitosas manos un cargo de negros de piel tersa y de un color oscuro como el carbón. La película es una crítica a las falsas construcciones sociales, muy en la línea de Pasolini, en la cual no falta la sátira y el erotismo, elementos que, por otro lado, eran impensables en tiempos de Stowe.




FILÓSOFOS Y EXISTENCIALISTAS. LOS ROMÁNTICOS

De todos los románticos, Edgar Allan Poe es, sin duda, el más adaptado de todos los escritores y poetas estadounidenses. Aparte de la cinematografía de su país natal, los Estados Unidos, muchos otros países, especialmente Reino Unido, no dejaron de ver a Poe como un recurrente pozo de motivos e inspiración desde los comienzos del cine. Algunas de sus obras, incluso, son adaptaciones libres cuya esencia se ve vagamente reflejada y sencillamente un título, una cita o un símbolo ha servido de inspiración para un metraje de 90 minutos. Este es el caso de Satanás (The Black Cat, 1934) o El Cuervo (The Raven, 1935) ambas protagonizadas por dos colosos del cine de terror: Boris Karloff y Béla Lugosi. Otras obras, por otro lado, han dado para cortos o mediometrajes extraordinarios y han sido recopiladas en películas llamadas “de episodios”. Dos buenos ejemplos son Historias de Terror (Tales of Terror, 1962) dirigida por Roger Corman, uno de los grandes adaptadores del escritor estadounidense, y Obras Maestras del Terror (1969) cuyo guión está firmado por el mismísimo Narciso Ibáñez Serrador que comparte, además, un lugar en el reparto junto a su padre, Narciso Ibáñez Menta, ambos dos importantes figuras del cine de terror nacional. Como añadidura, resulta interesante la curiosa mezcolanza de grandes autores (Federico Felini, Louis Maye y Roger Vadim) que colaboraron conjuntamente en la desigual película de episodios sobre Poe, Historias Extraordinarias (1968). Para completar esta suculenta variedad de adaptaciones, no puedo olvidarme de los perversos cuentos convertidos en grandes largometrajes: El péndulo de la muerte (The Pit and the Pendulum, 1961), La máscara de la muerte roja (The Masque of the Red Death, 1964), ambas dirigidas por Roger Corman, y la adaptación de La caída de la Casa Usher de 1928 dirigida por Jean Epstein, un teórico y filósofo francés de origen polaco que recogió en su adaptación lo más tenebroso del cine mudo y lo más sombrío de sus sonidos.

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Washington Irving fue otro escritor del romanticismo norteamericano a que la literatura universal le debe largas crónicas y bellas colecciones de relatos, muchos de ellos ambientados en Europa, como en el caso de la colección “Cuentos de la Alhambra”. Ya desde joven Irving rompió sus lazos con América y partió hacia la vieja Europa, donde desarrolló un amplio imaginario que utilizó para escribir también sobre su propio país. Exótico y orientalista, muchos de los cuentos de Irving son realmente oscuros, como es el caso de La Leyenda de Sleepy Hollow, historia que llevó primero Disney a la gran pantalla en 1949 y, cincuenta años más tarde, Tim Burton en una de sus mejores producciones. Y pese a sustanciales diferencias en cuanto al desarrollo de la trama y la edad a la que van dirigidas, ninguna de las dos se libra del tenebroso estilo que permea el cuento de Irving, inspirado en la novela gótica inglesa, la ambientación de la América colonial y el terror que producía la superstición a los lectores de la época.


Washington Irving es, además, el padre de curiosos conceptos que aún se manejan hoy en día, especialmente en el cine, como “el todopoderoso dólar” o “Gotham”, nombre que popularizó para referirse a la ciudad de Nueva York y que años más tarde sería utilizado en las historietas de Batman.

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Moby Dick gana los sondeos de mejor novela norteamericana ex aequo junto con El Gran Gatsby. Escrita por Herman Melville en 1851 con un tono autobiográfico, esta obra cuenta con una docena de adaptaciones a la gran pantalla, pero ninguna tan notable como la que dirigió John Huston en 1956, exactamente 105 años después de su publicación.

Gregory Peck interpreta al capitán Ahab, un sombrío y obsesivo personaje que ha consagrado su vida búsqueda y captura de una misteriosa ballena blanca. Todo el halo de misterio y la carga de significados que encierra la ballena están perfectamente representados en esta película. La sed de venganza es como la sed por comprender lo incomprensible, dominar lo indomable o, en resumen, desvelar una divinidad. Toda la historia de conquistas, celebraciones y excesos que han colocado y siguen colocando a América como una nación de hierro fueron a chocar con la aparición de esta historia, que narra con perfecto pulso, tanto en palabra como en imagen, las limitaciones del ser humano.

En el polo opuesto, Walt Whitman, aclamadísimo poeta norteamericano, filósofo y humanista, representante del movimiento trascendentalista, luchó por renovar los valores más puros de lo que él consideraba una gran nación. La aclamadísima serie de televisión Breaking Bad se inspiró en el nombre del autor para bautizar a su protagonista, Walter White. Su obra poética, recogida en el tomo “Leaves of Grass” se dejó ver en varios capítulos de la serie de forma significativa.


REALISMO Y NATURALISMO. HACIA LA NOVELA DEL SIGLO XX

El clásico género de la picaresca, que había surgido en España en el S. XVI propiciado por una sociedad en ebullición tras el descubrimiento de América y la expansión del reino peninsular, traspasó muros y fronteras y llegó también hasta el nuevo mundo. Escenarios y situaciones sociales completamente diferentes dan como resultado novelas (y películas) con un sabor distinto, pero con singulares y parecidos personajes. Lazarillo y Huck Finn tienen mucho que ver: ambos son jóvenes despojos de su propia sociedad, pero cada una de estas sociedades es bien distinta.

Así, en el clásico cuento de Henry James, Daisy Miller, se contrastan ambas sociedades: americana y europea, una inocente rallando en lo ingenuo y la segunda adulterizada y corrupta.

Pero  mientras que en Europa gozamos de grandiosas adaptaciones del género tan pictónico como es el realismo y el naturalismo (véase el realismo mágico o el neorrealismo italiano que salpicó a varios países, entre otros, España, en manos de Juan Antonio Bardem, su máximo exponente) en América pobres son las adaptaciones de grandes personajes como Daisy Miller, Tom Sawyer o Huckleberry Finn. Numerosas pero pobres. Y aún habría que esperar al siglo XX para encontrar obras literarias realistas que diesen grandes frutos en el cine a posteriori. Al Este del Edén, Las Uvas de la Ira (ambas adaptaciones de Steinbeck) o La Última Película (adaptación de Larry McMurtry) son clarísimos ejemplos

Resulta curioso que una obra tan leída como Las Aventuras de Huckleberry Finn haya dado lugar a adaptaciones tan pobres y, ninguna, digna de ser mencionada aquí.